Estudios bíblicos

Los profetas no literarios

La grandeza de los pequeños detalles

Pedro Puigvert

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Eliseo

2 Reyes 6:1-7

Después de la sanidad de Naamán y del castigo de Giezi, tiene lugar otro episodio en la vida cotidiana de Eliseo en el que también se opera un milagro que puede parecer innecesario. Se puede pensar que el mismo individuo que se le cayó al agua, literalmente el hierro,  podía haberlo recogido. Pero una vez más Dios está también pendiente en las pequeñas cosas de cada día.

  1. Una construcción necesaria (vv.1-3)
  2. La escuela de los profetas que dirigía Eliseo en la casa en que vivían en comunidad un grupo de ellos en Gilgal, se había quedado pequeña (v.1). ¡Qué bendición sería que las escuelas bíblicas tuvieran también problemas de espacio! 

    1. Con el permiso de Eliseo (v.2). Por este motivo le piden permiso para construir una casa en otro lugar, cercano al río Jordán donde habría  un bosque en donde  obtener la madera necesaria para construirla y pudiera albergar a todos. Necesitaban obtener un tronco cada uno  para la estructura de la casa. El profeta les dio la autorización expresado con el imperativo andad o podéis ir.
    2. Con la presencia de Eliseo(v.3). En toda obra humana hace falta alguien  que dirija los trabajos que se deben hacer. En el caso de Eliseo, también era una garantía para los jóvenes profetas que les acompañara por si sucedía alguna circunstancia que reclamara su actuación. Se comprometió a ir con ellos.

  3. Una construcción peligrosa (vv.4-5)
  4. De acuerdo con su promesa se fue con ellos al Jordán a buscar los materiales necesarios, como la madera que era imprescindible (v.4).

    1. Debían talar árboles (v.5.). No tenían las sierras de hoy en día, sino que usaban hachas. Conseguir hachas de hierro en aquel tiempo era dificultoso y sobre todo caro para unos jóvenes. En la guerra de Saúl contra los filisteos se explicita que solo el rey y su hijo Jonatán tenían armas de hierro (1 S. 13:22), pues los únicos herreros eran los filisteos. Y mientras uno de aquellos estudiantes cortaba un árbol, el hacha se le cayó al río. Se le criticado por no prestar mucha atención, pero que se soltara el hierro del palo no era nada fuera de lugar y en previsión de que podía ocurrir el joven golpeaba en dirección al río, para evitar darle a algún compañero, pues podía matarle. Desesperado, al ser un hacha prestada llama al profeta a gritos.

  5. La intervención del profeta (vv.6-7)
    1. Pregunta por el lugar donde había caído (v.6a). Esta pregunta sugiere que a simple vista no se podía ver, lo que es lógico porque en aquel tiempo el Jordán era un río que tenía mucho lodo en el fondo y era problemático meterse en él para palpando buscar un trozo de hierro que se había depositado rápidamente en el fondo.
    2. Se realiza el milagro (v.6b-7). Es importante porque Dios había previsto que en una situación en que alguien fuera a cortar leña al monte y se separara el hierro del mango e hiriera de muerte a otro involuntariamente, podía esconderse en una ciudad de refugio (Dt. 19:4-5), pero aquí no hubo daño salvo la pérdida del hacha y la dificultad para recuperarla por el lugar donde había caído. ¿Qué diría aquel joven al que se la había prestado? Eliseo usó un medio para conseguir un fin, echando un palo al agua. El milagro no fue encontrar el hacha, sino que flotara. Una vez hubo salido a la superficie, el joven pudo recuperar el hacha.

Conclusión. Dios puede hacer milagros en medio de la cotidianidad en cosas que  parecen de poca importancia, pero si sabemos verlos y valorarlos estaremos tan agradecidos como aquel que pudo recuperar el hacha prestada.


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