Estudios bíblicos

Los profetas no literarios

El profeta Gad, el vidente del rey

Pedro Puigvert

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Gad

2 Samuel: 24:10-15

Empezamos una nueva serie de mensajes, predicados en las reuniones de oración,  sobre los profetas del tiempo de la monarquía que vivieron en una época anterior a los profetas escritores. El primero de ellos es Gad, el cual vivió en la época de Saúl y David, aunque la Escritura lo relaciona directamente con David, ya que le llama vidente de David. Este término es el que designa al profeta en la corte, que en tiempos de David hubo cuatro de los siete que llevan este nombre: Gad, Hemán, Asaf y Jedutún. El cambio de nombre de vidente a profeta lo tenemos en 1S. 9:9.


1. Su persona
  1. Era un hombre espiritual (v.11). Además de la aclaración de Samuel, podemos decir que vidente sugiere que se trata de la persona que recibe una revelación de Dios y en este sentido Gad fue un hombre al que Yahweh usó para comunicar al rey los mensajes de revelación divina y, por tanto, era un siervo espiritualmente maduro y capacitado para ejercer honradamente este ministerio.
  2. Era un hombre con autoridad. (1 S. 22:5, 2 S. 24:12-14). Es evidente aquí que gozaba del respeto de David, tanto cuando le aconsejó que se fuese de Moab a Judá, como cuando le transmitió un duro mensaje de parte de Dios para que escogiera tres opciones. En el primer caso David siguió el consejo  sin rechistar y en el segundo obedeció de nuevo porque era un mensajero de Dios que le hablaba con autoridad. Más adelante cuando le dijo a David que comprara la era de Arauna para ofrecer allí un sacrificio (v.18), el rey también obedeció porque respetaba al vidente en todo lo que le decía.

2. Su obra 
  1. En relación con el pecado de David (2 S.24:10-12). El pecado de David consistió en hacer un censo del pueblo, cuando Dios no se lo había ordenado, aunque el v. 1 así lo indica, pero hay que verlo a la luz de 1 Cr. 21:1, en donde dice que fue Satanás el que incitó a David a hacer el censo. El texto no indica el motivo porque se consideraba un pecado tan grave, pero es revelador que Joab, un militar muy duro, se opusiera a David para hacer el censo, no obstante,  ante la insistencia del rey lo llevó a  cabo. Fue un pecado de arrogancia ya que contar al pueblo era una prerrogativa divina y no del rey.
  2.  
  3. En relación con los levitas del templo (2 Cr. 29:25). Cuando Ezequías puso levitas para el servicio del templo, lo hizo según habían dispuesto David, Gad y Natán. David llevó a cabo la organización de los ministerios de los sacerdotes y los levitas cuando todavía no había templo, pero fueron dos profetas los que estuvieron al lado del rey para realizar la disposición. Aunque no tenemos ningún libro suyo, escribió las crónicas de los hechos del rey David (1 Cr. 29:29).

  4. En relación con la ofrenda de David (vv. 18-25). David escogió como castigo, la peste, contando con la misericordia de Yahweh. Por causa de aquel pecado murieron setenta mil hombres hasta que el Señor ordenó al ángel que se detuviera. Y allí mismo, en la era de Arauna edificó David un altar a Yahweh. El rey fue a comprar la era, pero Arauna quiso regalarla, no consintiendo David en aceptarla porque no ofreceré a Yahweh mi Dios holocaustos que no me cuesten nada. En aquel lugar fue donde Salomón construyó el templo.

Conclusión. El profeta Gad es un ejemplo de un siervo fiel de Dios, un hombre que transmitía la palabra que recibía del Señor con valentía y veracidad y por eso su ministerio era recibido con autoridad por el mismo rey. Tenía también capacidad para escribir. Por otro lado, como David, no podemos ofrecer a Dios lo que no nos cuesta nada, sino que nuestro servicio debe ser una entrega total de lo que somos y tenemos.

 


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