Estudios bíblicos

Los profetas no literarios

El viejo profeta de Bet-el

Pedro Puigvert

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El viejo profeta de Bet-el

1 de Reyes 13:11-34

En la exposición anterior sobre el varón de Dios, siguiendo con la serie de mensajes sobre los profetas no escritores, expusimos  que después de su ministerio de denuncia de la idolatría en Bet-el, aquel profeta regresó a su casa por otro camino como Yahweh le había ordenado.  Y es ahí donde entra en acción otro profeta, del que tampoco sabemos el nombre, el cual recibe la información de lo ocurrido por sus hijos.

  1. La persona del profeta (vv11-23). ¿Qué clase de persona era aquel viejo profeta? Algunos han deducido que se trataba de un falso profeta.
    1. Era un profeta anciano (vv.11-13) Llevaba mucho tiempo en el ministerio, pero debía haber sido poco relevante, pues no sabemos nada de él aparte de lo que se dice aquí. Al conocer lo ocurrido se interesó vivamente por ir al encuentro del varón de Dios. Por eso pidió a sus hijos que le prepararan la montura para  seguir tras el otro profeta o varón de Dios.
    2. Era un profeta verdadero (vv.20-23) Vemos que después de conseguir que el varón de Dios regresara con él, recibió un mensaje directamente de Dios transmitiéndolo con toda fidelidad al joven profeta  y lo que él anunció se cumplió, que era la prueba para conocer si un profeta era falso o verdadero. Sin embargo,
    3. Era un profeta amoral (vv.18-19). Eso llama mucho la atención porque parece un contrasentido. Engañó deliberadamente a un colega más joven que él, basándose en la supuesta autoridad de un ángel,  quizás porque tuvo envidia del éxito que había tenido al quebrantarse el altar donde se quemaba incienso. Nos preguntamos cómo es que viviendo en Bet-el no había denunciado aquel santuario idolátrico quedándose en su casa. Por otro lado, puede ser que Dios usara su baja condición moral para poner a prueba al varón de Dios, el cual había rechazado la invitación de Jeroboam, pero se dejó engañar por el viejo profeta con pocas palabras, cuando había recibido un mandamiento muy claro sobre lo que debía hacer. Dios escribe recto en renglones torcidos. Cuidémonos, de ser no solo fieles al mensaje recibido de Dios, sino también de respaldarlo con una vida íntegra. Cuando Dios ordena algo, es peligroso no hacerle caso porque nos exponemos a las consecuencias.
  1. La obra del profeta (vv. 24-34).  Cuando se cumplió la profecía que había pronunciado y tuvo conocimiento de ello, no lo pensó más y se fue al lugar donde el varón de Dios había sido muerto por un león. Probablemente avergonzado por lo que había hecho fue a buscar el cuerpo del varón de Dios para enterrarlo en su propio sepulcro. Con este acto, vemos que era un hombre misericordioso al que su engaño le costó un pecio: compartir su sepulcro. Ahí se produce una circunstancia que no es natural: el león mató al varón de Dios, pero no se comió su cuerpo ni el del asno, porque hubiera sido un castigo mayor. En esta época, en Israel había una raza de leones pequeños. Además, ordena a sus hijos que cuando muera le entierren al lado del varón de Dios.

Conclusión. A pesar de todos estos acontecimientos, el rey Jeroboam continuó fomentando la idolatría en el reino del norte, cuyo resultado fue que la dinastía iniciada en él se terminara tras la muerte de su tercer descendiente, o sea, no llegó a la cuarta generación. Los juicios de Dios son inapelables y aunque en principio parece que no va a pasar nada, finalmente se pagan las consecuencias. No nos dejemos mover fácilmente de nuestras convicciones bíblicas y examinemos siempre el mensaje de los que npredican aceptando todo aquello que está en conformidad con la Palabra de Dios y rechazando lo que es espurio, aunque lo diga un profeta viejo. (Gá. 1:8).


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