Azarías, un profeta vocacional
Pedro Puigvert
Seguimos, por orden cronológico, examinando el ministerio de los profetas que sirvieron a Dios anunciando los mensajes que recibían de Yahweh, pero que no tenemos ningún texto canónico de ellos. En este caso se trata de un profeta que vivió durante el reinado de Asá, tercer rey de la dinastía davídica.
Corresponde a la del reinado de Asá de Judá, que gobernó a su pueblo durante 41 años, pero el país tuvo sosiego solamente diez años. En realidad cuando Azarías habló con el rey, fue cuando este regresaba de una batalla con su ejército. Asá había obtenido la victoria sobre Zera, un conquistador que procedía de Egipto. Habían transcurrido unos 30 años desde que Sisac había atacado Jerusalén en el reinado de Roboam. Pudo tratarse de un nuevo intento desde Egipto para conseguir lo que Sisac no había logrado. La diferencia de fuerzas era enorme, por eso Asá buscó la ayuda de Dios y Yahweh le otorgó la victoria, además de obtener un inmenso botín.
Azarías fue investido por el Espíritu de Dios para dar un mensaje de manera puntual, tanto al rey Asá como al reino del sur formado por Judá y Benjamín. Como no tenemos otros textos sobre Azarías, es posible entender que no se trataba de un profeta perteneciente a la escuela de los profetas que tenían un ministerio continuado, sino alguien a quien Dios llamó para dar un solo mensaje que fue crucial por las repercusiones que tuvo.
Los judíos regresaron exultantes de la batalla, porque habían visto como Yahweh había respondido a la oración del rey deshaciendo al ejército etíope. Por eso les señala lo que deben hacer después.
Cuando el rey oyó el mensaje de Dios ocurrieron dos cosas:
Conclusión. El ministerio de Azarías fue corto, pero eficaz. Con un solo mensaje, el rey realizó reformas y el pueblo juró obediencia a Dios con gran júbilo. Sin embargo, hay tres baldones en la vida de Asá: no quitó los lugares altos de Israel; se apoyó en el rey de Siria, en su conflicto con Israel, en lugar de descansar en Yahweh y cuando enfermó no buscó a Yahweh, sino a los médicos, seguramente curanderos extranjeros.
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