Estudios bíblicos

Los profetas no literarios

La resucitación del hijo de la sunamita

Pedro Puigvert

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Eliseo

2 Reyes 4:18-37

En este capítulo se relatan tres milagros extraordinarios realizados por Dios por medio del ministerio del profeta Eliseo. De este texto consideramos el tercer gran milagro.

  1. El percance del hijo de la sunamita (vv.18-21)
  2. El gozo maravilloso que sintieron aquellos ancianos padres no duró mucho tiempo. El niño creció, sin que se especifique la edad que tendría cuando un día salió al campo en la época de la siega para ver a su padre. Podemos conjeturar que tendría entre seis y diez años, pues ya podía salir solo al campo. 

    1. Las quejas del niño (v.19). Como era verano, durante el camino hasta llegar donde estaban los segadores sufrió una fuerte insolación. Es la enfermedad producida en la cabeza por el excesivo calor del sol. La insolación se caracteriza por náuseas, vómitos, cefalea, calor de la piel, sopor, somnolencia. En casos extremos pueden observarse convulsiones y otras afecciones graves.
    2. La muerte del niño(vv.20-21). El padre ordenó a un criado que lo devolviera a casa y allí murió en el regazo de su madre, pasadas unas horas. La mujer depositó a su hijo en la cama del profeta y cerró la puerta porque según la creencia popular su alma era retenida tendría tiempo de ir en busca del profeta.
  3. La reacción de la sunamita (vv. 22-28)
    1. Ir a buscar a Eliseo (vv.22-24). Ella necesita la ayuda de uno de los criados que la conduzca en una asna para montar, pues de Sunem al Carmelo había 45 km. El marido no entiende que tenga que visitar al profeta, pues no es un día señalado como festivo para dedicar a Dios. Ella zanja el asunto con un Shalom.
    2. El encuentro con Eliseo (25-28). El profeta la reconoce de lejos y manda a su criado para que la reciba formalmente. Es notorio que a Eliseo Dios no le ha informado de la muerte del niño que es el objeto de la visita. Sin embargo, se da cuenta que se halla llena de amargura cuando Giezi pretende apartarla de él. La sunamita censura al profeta por haber hecho que tuviera aquel hijo que ahora estaba muerto. Podemos entender el dolor de aquella madre.
  4. La intervención del profeta (vv. 29-37)
    1. Manda a su criado (v.29-31). Este debía adelantarse, tomar el báculo de Eliseo y ponerlo sobre el rostro del niño, pero la iniciativa falló. Querer hacer un milagro sin haber orado a Dios y con un báculo podría ser una superstición mostrándole así al profeta que aquella no era la manera. Eliseo, tenía el ejemplo de su maestro Elías cuando resucitó al hijo de la viuda de Sarepta, del que este caso se convertirá en una réplica.
    2. Resucitación del niño(vv. 32-37). Uso la palabra resucitación a sabiendas que en medicina se emplea para la reanimación, que no es el caso, pero prefiero dejar la palabra resurrección para la elevación de Jesús y también de los creyentes en su venida ya que es un acto definitivo, mientras que el niño, un día volvería a morir. Ahora el profeta usa el medio correcto: la oración. Seguidamente, se identifica plenamente con la situación del niño colocándose encima de sus órganos vitales. Repitió la operación dos veces. Los siete estornudos fueron un signo perceptible de que había vuelto a la vida.
Conclusión. Dios tiene el control de todas las situaciones de la vida. El profeta perdió de vista que lo principal era la oración a Dios y la identificación con el asunto. Por otro lado no podemos perder de vista que Dios es soberano y que él da y quita cuando quiere.


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