Como dijimos en el primer mensaje sobre este profeta, su vida y  obra relatadas en este libro está compuesta por dieciocho relatos cortos de los que hoy nos ocuparemos de dos de ellos, el segundo y tercero porque el primero ya lo mencionamos en la exposición anterior cuando una vez hubo partido Elías al cielo, Eliseo repitió el milagro que había realizado su preceptor,  golpeando las aguas del Jordán con el manto que había heredado y se dividieron a uno y otro lado del río y  cruzó sin dificultad. Aquel fue un momento de gran importancia para el profeta, pues pudo comprobar que su petición de la doble porción del espíritu de Elías le había sido concedida y que él era el heredero del ministerio profético de este. Además el milagro fue contemplado por los hijos de los profetas que actuaron como testigos y reconocieron su posición al ir a recibirle y postrarse delante de él. Ahora le correspondía continuar con la misión de su maestro.

1. La purificación de las aguas de Jericó (vv.19-22)

Eliseo, concedió a los hijos de los profetas que buscaran a Elías para que dejaran de importunarle, mientras él se quedó en Jericó.

1. El problema (v.19).  Los hombres de la ciudad fueron a hablar con Eliseo para plantearle una situación problemática: la ciudad estaba bien situada como era patente, sin embargo, las aguas del manantial de donde se surtían para beber era de mala calidad. La tierra no es una mención de los campos, sino de los habitantes, los seres humanos, aunque Sanford sugiere que podría incluir también a los animales. La mención del v. 21 de que  el agua era la causante de producir enfermedades y muertes se entiende de ser la culpable de que hubiera abortos y en consecuencia eran estériles, mujeres y animales.  
2. El milagro (vv.20-22). El profeta pidió que le trajeran una vasija y pusieran sal en ella, porque la sal tiene propiedades purificadoras y   conservadoras. En la antigüedad se usaba como ofrenda a los dioses. Sin embargo, no fue la sal la que sanó las aguas de los manantiales, sino Yahweh que obró el milagro con la promesa que no habría en ellas más muerte ni enfermedad (literalmente esterilidad). La sal fue solamente el signo de la sanidad obrada por Dios. Y hasta el momento en que se escribió este libro las aguas fueron salutíferas.


2. La maldición contra unos muchachos (vv.23-24)

Después de esto, Eliseo se dirigió a Betel y mientras iba por el camino le salieron al paso unos muchachos. Por este incidente le han llovido las críticas a Eliseo.

1. La burla de los muchachos (v. 23). Según el significado del término hebreo se trataba de unos adolescentes que vivían en Betel y que se burlaron del profeta al grito de ¡Calvo, sube, calvo sube!  Con toda probabilidad Eliseo carecía de pelo, no por haberse rapado al estilo egipcio. Aunque era relativamente joven se había quedado calvo. Seguramente, la mención que subiera, era algo así como si le instaran a hacer lo mismo que sucedió con Elías y que se marchara de allí. Equivaldría a un "vete" con tu maestro.
2. La maldición del profeta(v.24). Como estaban detrás de él, se giró y los maldijo en el nombre de Yahweh. Antes de juzgar a Eliseo, debemos saber  que Betel, aunque signifique "Casa de Dios", en este tiempo era el lugar donde adoraban al becerro de oro y, por tanto, rechazaban al Dios verdadero. En este caso lo hicieron palpable aquellos adolescentes y el insulto al profeta era en realidad una ofensa contra Yahweh y por eso los maldijo en su nombre. El juicio de Dios fue inmediato, dos osos despedazaron a 42 chicos.

Conclusión. La vida del profeta se caracterizó por una serie de milagros, lo que  demuestra que era un hombre investido de poder y que caminaba cerca de Dios, quien era en realidad el autor de los milagros. Estos eran señales de ser un genuino profeta.