La libertad cristiana

La nueva relación con Dios

Pedro Puigvert

 

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Lectura Gálatas 4:1-20
Gál 4:1 Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo;
Gál 4:2 sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre.
Gál 4:3 Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo.
Gál 4:4 Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley,
Gál 4:5 para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos.
Gál 4:6 Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!
Gál 4:7 Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.
Gál 4:8 Ciertamente, en otro tiempo, no conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses;
Gál 4:9 mas ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar?
Gál 4:10 Guardáis los días, los meses, los tiempos y los años.
Gál 4:11 Me temo de vosotros, que haya trabajado en vano con vosotros.
Gál 4:12 Os ruego, hermanos, que os hagáis como yo, porque yo también me hice como vosotros. Ningún agravio me habéis hecho.
Gál 4:13 Pues vosotros sabéis que a causa de una enfermedad del cuerpo os anuncié el evangelio al principio;
Gál 4:14 y no me despreciasteis ni desechasteis por la prueba que tenía en mi cuerpo, antes bien me recibisteis como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús.
Gál 4:15 ¿Dónde, pues, está esa satisfacción que experimentabais? Porque os doy testimonio de que si hubieseis podido, os hubierais sacado vuestros propios ojos para dármelos.
Gál 4:16 ¿Me he hecho, pues, vuestro enemigo, por deciros la verdad?
Gál 4:17 Tienen celo por vosotros, pero no para bien, sino que quieren apartaros de nosotros para que vosotros tengáis celo por ellos.
Gál 4:18 Bueno es mostrar celo en lo bueno siempre, y no solamente cuando estoy presente con vosotros.
Gál 4:19 Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros,
Gál 4:20 quisiera estar con vosotros ahora mismo y cambiar de tono, pues estoy perplejo en cuanto a vosotros

En este pasaje Pablo hace una comparación diferente a la usada en 3:22-26, que como recordaremos empleó la del carcelero y el pedagogo como figuras de la ley, para pasar a exponer el contraste entre el período anterior de inmadurez espiritual y la nueva vida de la libertad completa en que el que ha creído establece una nueva relación con Dios. Sin embargo, recoge el tema de la herencia de 3:29 y se refiere a la función que ejercen los tutores de cuidar al menor y sus propiedades.

  1. De la esclavitud a la filiación (vv.1-7)
    El hijo es el heredero que recibirá el patrimonio. Mientras no alcance la mayoría de edad (en sentido legal) para recibir la herencia no tiene libertad para disponer de ella. En este sentido está en las mismas condiciones que el esclavo porque no es el dueño. El patrimonio es legalnente suyo, pero no puede disponer de él (v. 1).

    1. Su condición anterior (vv.2-3).
      De acuerdo con la legislación romana, el heredero estaba bajo el control de un tutor nombrado por el padre en su testamento hasta los catorce años que en estos casos era la mayoría de edad legal. Desde los catorce a los veinticinco era supervisado por el curator (cuidador) nombrado por el pretor urbano. En algunas partes del imperio, el padre podía elegir tanto al tutor como al curador que se corresponden con el pedagogo de 3:24 y representan la ley. El ayo tenía que ver con la educación y aquéllos con la herencia si el padre había fallecido. En el v. 3, de la vida real pasa a la comparación con la experiencia espiritual: cuando éramos niños en nuestra religión estábamos esclavizados bajo los rudimentos del mundo que incluye la ley como en 3:23. Para los griegos estos rudimentos o elementos eran: tierra, aire, agua y fuego que eran considerados como divinidades y de ahí que esclavicen a los ignorantes.

    2. Su nueva condición de hijos (vv. 4-7).
      El apóstol afirma que el envío del Hijo de Dios sucedió en el momento preciso de la historia de la salvación. Por eso el pueblo de Cristo son esos a los que ha llegado el fin de los tiempos (1 Co. 10:11). Se trata de la época establecida por Dios para que el pueblo reciba la herencia como hijas e hijos maduros y responsables. La venida de Cristo constituye esta época concreta en el cumplimiento o plenitud del tiempo, en el sentido de su realización inaugural, lo que Cullmann denomina el "ya", pues el "todavía no" aún está por venir. Los gálatas debían entender que había terminado el tutelaje y había llegado la mayoría de edad espiritual. El envío del Hijo presupone su preexistencia, lo mismo que el Espíritu, además de expresar su encarnación. Nacido de una madre judía estaba bajo la ley. Entró en la cárcel donde su pueblo estaba esclavizado para liberarlo, es decir, redimirlo de la maldición de la ley.
      El objetivo de la redención es la adopción de hijos o sea la herencia. La adopción era una institución muy conocida por los romanos, pues incluso los emperadores adoptaron hijos para que les sucedieran en el gobierno. Si por la fe nos convertimos en hijos de Dios (3:26) y por la fe hemos recibido el Espíritu (3:2) y sido justificados (2:16), resulta evidente que la declaración de filiación y la recepción del Espíritu son acontecimientos simultáneos y por eso podemos llamar a Dios ¡Abba! una locución de Jesús que pasó a los cristianos seguida de su traducción griega. De esclavos pasamos a ser hijos.

  2. La necedad de volver atrás (vv.8-11)
    Una vez vistos tan grandes privilegios de haber sido hechos hijos de Dios, ¿cómo es que querían volver a aquella condición anterior de esclavitud? Pablo se dirige a sus conversos gentiles y como sucediera a los creyentes de Tesalónica, habían llegado a conocer y servir al Dios vivo y verdadero o el llamamiento a la gente de Listra (Hch. 14:15) a que se volvieran de estas cosas vanas a un Dios vivo.

    1. Su origen pagano (vv.8-9).
      Ellos habían reconocido como dioses a los seres a los que sirvieron durante su época pagana, aunque no lo fuesen. Pablo había dicho a los judíos que eran esclavos de la ley y ahora dice a los gentiles que habían sido esclavos de los dioses falsos que no eran nada como reconocían ahora que habían conocido a Dios, una frase que se halla en oposición a la anterior "no conociendo a Dios". Pero inmediatamente rectifica diciendo: "o más bien, siendo conocidos por Dios" que enfatiza la iniciativa divina en el conocimiento recíproco. Para Pablo no hay diferencia alguna entre ser conocido por Dios y ser elegido por él (Ro. 8:29). Ellos habían vivido bajo la esclavitud de los dioses falsos y ahora si se dejaban influir por los judaizantes estaban a punto de caer en la esclavitud de la ley que era como volver a los débiles y pobres rudimentos o elementos de la religión pagana. Para el apóstol era lo mismo el legalismo judío que el paganismo gentil.

    2. El peligro que corrían (vv. 10-11).
      Pablo alude a las noticias que acababa de recibir: los gálatas estaban adoptando el calendario judío con una observancia escrupulosa que formaba parte de la obligación religiosa, legalista, es decir, como días sagrados. El apóstol teme que había trabajado en vano con los gálatas si éstos se habían vuelto hacia el legalismo que podía conducirles al abandono del evangelio de la gracia.

  3. El testimonio de Pablo (vv. 12-20)
    Empieza por aclararles que no les habla de ese modo movido por algún tipo de resentimiento, como si se hubiera ofendido por no haber seguido ellos su enseñanza. Lo que le preocupa es el bienestar y la salvación de sus conversos, no su reputación.

    1. Un ruego personal (w. 12-16). Lo que quiere saber es si ellos albergan los mismos sentimientos de confianza por él como los que Pablo tiene por ellos. Por eso les ruega que se hagan como él, un alegato semejante a lo que en otras partes sería "la imitación de Pablo" porque él es imitador de Cristo (1 Co. 11:1). En este caso debe entenderse a la luz de lo que sigue: "yo también me hice como vosotros". Una vez sentado esto, pasa a recordarles las circunstancias en que estaba cuando les visitó la primera vez: "a causa de una enfermedad". Los gálatas sabían de que les hablaba, nosotros no lo sabemos. Por eso se han hecho muchas conjeturas, tantas como intérpretes. Las que entran en el terreno de lo posible son "el aguijón en la carne" (2 Co. 12:7-10) o la oftalmía (v. 15) una afección ocular, aunque es posible que el aguijón sea la oftalmía. Durante esta visita su apariencia debió ser por algún motivo repulsiva pues consideraba que había sido una prueba para ellos (así en el original). Pero en lugar de rechazarlo lo recibieron como un mensajero de Dios (que lo era), aún más como a Cristo mismo. Ellos se alegraron de haber recibido las buenas nuevas, pero ¿por qué ahora habían perdido aquella satisfacción? Le hubieran dado sus mejores posesiones, hasta los ojos, en un acto de genuina amistad. Sin embargo, ahora que les decía la verdad, la actitud de los gálatas se teñía de enemistad.

    2. El celo judaizante (w. 17-20).
      El celo puede ser bueno o malo, en este caso las intenciones de los agitadores eran malas porque trataban de ganar adeptos para su causa y excluirles de la fraternidad de Pablo. Con un tono paternal quiere ver cómo Cristo vive en ellos usando la figura de la mujer en cinta a punto de dar a luz por segunda vez. Quiere cambiar el tono de sus palabras, pero está perplejo.

Conclusión. De esclavos pasamos a ser hijos, cuidado en dar marcha atrás.


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