Pedro Puigvert
Anciano de la Asamblea de Hermanos de Barcelona Av. Mistral, 85-87 es Presidente y profesor del CEEB en donde enseña Hermenéutica Bíblica, Teología Sistemática (Bibliología, Cristología y Escatología) y Catolicismo Romano. Director de la revista de orientación bibliográfica Síntesis y colaborador de Edificación Cristiana". Diplomado en Teología por el Centro Evangélico de Estudios Bíblicos (CEEB) es también Bachiller en Ciencias Bíblicas por el Centro de Investigaciones Bíblicas (CEIBI). Ha sido Presidente de la Alianza Evangélica Española; del Consell Evangèlic de Catalunya y Secretario General de la Unión Bíblica durante treinta años.
El término ecumenismo procede del griego oikoumene en su forma adjetival, el cual se encuentra en el Salmo 24:1 de la Septuaginta para traducir la expresión "el mundo habitado". Deriva de la raíz oikos (casa) con referencia a los que viven en una misma casa. Por extensión se aplica a lo universal.
En su sentido eclesiástico se empezó a usar en el siglo IV para distinguir los concilios de toda la Iglesia a los que se llamó ecuménicos (Nicea, Constantinopla, Éfeso, Calcedonia), de los concilios regionales. En el protestantismo se empezó a escuchar de la boca de algunos de los fundadores de la Alianza Evangélica (1846). Así, el ecumenismo moderno nació en el mundo evangélico como una preocupación de algunos líderes por el fraccionamiento del protestantismo frente a la enseñanza bíblica de la unidad del Cuerpo de Cristo. Sin embargo, hay otro tipo de ecumenismo, el representado por el Concilio Mundial de Iglesias. Éste es el que ha propiciado el acercamiento a la Iglesia Católica a partir del Concilio Vaticano II.
El ecumenismo tiene varias caras. La más importante es el significado bíblico cuando el Señor Jesucristo rogó al Padre que todos sus discípulos fueran uno. Después está el ecumenismo entre las iglesias protestantes que aboga por la unidad en el Espíritu de todos los que tenemos una misma fe, un mismo Señor y un mismo bautismo por el Espíritu. En tercer lugar está ecumenismo entre protestantes y católicos, del que nos ocuparemos aquí. En cuarto lugar, también tendríamos que ocuparnos del ecumenismo entre protestantes, con diferencias doctrinales importantes, y los movimientos neoevangélicos.
— El problema del reconocimiento recíproco del bautismo y la costumbre de algunas Iglesias y comunidades eclesiales de volver a bautizar a los católicos. Después de su asamblea plenaria del año 2001, el Consejo pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos envió a las Conferencias episcopales una presentación de las directrices que algunas de ellas habían emanado sobre el reconocimiento recíproco del bautismo. La presentación fue publicada en el Boletín del dicasterio (cf. El reconocimiento recíproco del bautismo. Síntesis de las respuestas de las Conferencias episcopales. Documento de estudio. En: Service d'Information Information Service, n. 109, 2002/I-II. (Eldocumento se publicó en inglés y francés).
— La cuestión de los abusos en lo que atañe a la communicatio in sacris.
— Las cuestiones relativas a los matrimonios mixtos.
— Los problemas planteados en algunos lugares por aparentes excesos en devociones católicas de culto a la Virgen María.
— La cuestión de la unificación de la fecha de la Pascua -tema discutido en varios ámbitos desde el concilio Vaticano II-, que constituye una preocupación muy sentida de modo especial en OrienteMedio.
— La diversidad en la organización y en las estructuras eclesiales en algunos países impide a los católicos encontrar interlocutores ecuménicos en algunas otras confesiones.
— Asimismo, se ha constatado que son frecuentes por doquier (América Latina, Egipto, Rusia...) las acusaciones mutuas de proselitismo. Por último, numerosas Conferencias episcopales coinciden en señalar que la falta de escritos de carácter ecuménico al alcance de los fieles menos preparados constituye un problema.
Entre los factores no teológicos que tienen repercusiones sobre el ecumenismo, las respuestas destacan los siguientes: las situaciones sociales y políticas (especialmente en la ex Unión Soviética); los conflictos étnicos (África y Balcanes); y el hecho de que la Iglesia constituya una mayoría o una minoría en el país. En la Europa del este muchas respuestas se refieren a las tensiones producidas por la restitución de los bienes eclesiásticos. En ciertos lugares, algunos grupos islámicos ven como una amenaza la búsqueda de la unidad de los cristianos.
Respuestas procedentes de todos los continentes aluden a la persistencia de actitudes marcadas por el miedo, la sospecha y la desconfianza recíprocos. Otros cristianos albergan el temor de que pueden ser absorbidos por la comunidad católica, más fuerte que ellos; y, viceversa, los católicos miran con desconfianza a ciertos grupos que usan los medios de comunicación, con campañas públicas de opinión, para criticar la doctrina católica, insistiendo en situaciones negativas o escandalosas, a fin de atacar a la Iglesia.
En resumen, persisten aún muchas sospechas acerca de las intenciones mutuas reales y de las motivaciones evangélicas de los programas y las actividades de unos y otros. Aunque se haya progresado mucho en la purificación de la memoria histórica, algunas Iglesias locales afirman que el recuerdo de los acontecimientos del pasado, tanto antiguos como recientes, impide aún o entorpece las relaciones ecuménicas. La purificación de la memoria histórica es un tema hacia el que el Papa Juan Pablo II ha llamado nuestra atención en numerosas ocasiones, y sigue siendo uno de los desafíos más importantes para los que trabajan en favor de la unidad de los cristianos.
Algunas respuestas han puesto de relieve la falta de motivación y de entusiasmo que deriva, en ciertos casos, de la sospecha de que el ecumenismo debilita la misión evangelizadora de la Iglesia. Algunos católicos consideran que el ecumenismo pone en peligro su fe y equivale a admitir una insuficiencia de la Iglesia católica, algo que no está dispuesta a aceptar. En algunas regiones donde la Iglesia católica tiene una amplia mayoría, el escaso número de cristianos pertenecientes a las demás Iglesias suele aducirse como justificación para la falta de iniciativas ecuménicas. En otros lugares, a menudo, las comunidades evangélicas y pentecostales más recientes no suelen ser consideradas como genuinamente eclesiales, y el uso indiscriminado del término "secta" sigue provocando problemas en todos los continentes. Las comunidades eclesiales (bautistas, evangélicos, pentecostales) con las que la Iglesia católica mantiene un diálogo teológico y relaciones internacionales, que en algunos casos se llevan a cabo desde hace decenios, suelen incluirse en la lista de las sectas. Por otra parte, de modo especial en América Latina, las respuestas al cuestionario frecuentemente indican que algunos grupos evangélicos y pentecostales no reconocen el carácter cristiano de los católicos.
Podría resultar útil recordar que esa dificultad recíproca ya ha sido objeto de documentos de estudio elaborados por varias comisiones mixtas de diálogo (por ejemplo, con respecto al diálogo católico-pentecostal: Evangelización, proselitismo y testimonio común; y con respecto a las "Consultas entre la Iglesia católica y la Alianza evangélica mundial": Iglesia, evangelización y los vínculos de la koinonía.
Conclusión
En vista de cuanto antecede, se desprende que cualquier vinculación de carácter ecuménico con Roma o con aquellos que se están uniendo con el catolicismo es problemático. Una cosa es el diálogo con todas las confesiones e incluso con las religiones y otra muy diferente las uniones formales que implican la renuncia a principios doctrinales que han sido fundamentales desde la Reforma del siglo XVI. También deberíamos ser cuidadosos con la comunión con grupos neoevangélicos cuya doctrina y práctica están bajo sospecha si los pasamos por el crisol de las Sagradas Escrituras.
El boletín de la iglesia con artículos, noticias, poesía y las actividades previstas es el período correspondiente. Su publicación es bimestral y se puede descargar