El profeta Malaquías
Pedro Puigvert
El nombre hebreo Malakiyah significa "mensajero de Yahweh" y corresponde exactamente a la expresión de 3:1 comparado con 2:7. Se trata del mismo término que encontramos en Hageo (1:13), en que el profeta es llamado el mensajero o enviado de Yahweh. También se puede contemplar el nombre como un título que tenía el profeta desde su llamamiento al oficio profético. Algunos autores influidos por la Septuaginta lo han considerado como una obra anónima. Sin embargo "a menos que esta obra haya sido uno de tres oráculos proféticos con que terminaban los Doce Profetas Menores, como algunos autores piensan, podría parecer mejor, basados en la analogía de otras composiciones proféticas, considerar la palabra como un nombre propio, dado que las composiciones de los profetas literatos no son anónimas" R.K. Harrison). El relajamiento moral y espiritual de Israel en la quinta centuria antes de Cristo, hace que Dios levante a este profeta que denunciará los pecados más destacados del pueblo.
La profecía de Malaquías es condenatoria de principio a fin y como último libro del AT, hace resonar una nota extremadamente triste y sobria a la vez. En todas sus partes hallamos una denuncia de los pecados del pueblo de Israel y sin lugar a dudas podemos declarar que se trata de una controversia de Yahweh contra Israel.
1. Su estructura
CUESTIONARIO PARA REFLEXIÓN Y APLICACIÓN
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4.2.2. Menosprecio del altar y de los sacrificios (vv.7-9). Dios responde dando el motivo acerca de la pregunta de ellos (v. 6b) y es que ofrecían sobre el altar pan inmundo. Con esta frase se refiere a que ofrecían sacrificios de animales cojos o enfermos (vv.8, 13,14). Ellos habían quebrantado la ley ceremonial que prohibía expresamente ofrecer sacrificios de animales dañados (Lv. 22: 18-22; Dt. 15:21). Notemos que se pone en primer lugar el altar y después la ofrenda. Los sacerdotes habían tenido la audacia de presentar estas ofrendas sobre el altar sagrado de los sacrificios (Lv. 21:6).
* v. 7b. ¿En qué te hemos deshonrado? Tenían la desfachatez todavía de formular esta pregunta, en vez de averiguar en qué manera habían contaminado los alimentos. La respuesta del Señor es tajante: pensaban que la mesa de Yahweh era despreciable. La mesa de Yahweh se refiere al altar, no a la mesa de los panes de la proposición que estaba colocada en el lugar Santo. (Ez. 41:22). Despreciable es un adjetivo muy fuerte que hallamos también en Dn. 11:21 para referirse a Antíoco Epifanes un personaje que fue terrorífico para el pueblo de Israel, al que el profeta Daniel describe como un hombre despreciable indigno de ser rey. Se trataría de un usurpador del trono sirio puesto que este debía haberlo ocupado Demetrio hijo de Seléuco IV. Pero fue Antíoco, el cual se hizo llamar Epifanes que significa "el ilustre", el cual accedió al trono por medio de artimañas. Los sacerdotes consentían en que las ofrendas del pueblo fueran mezquinas y defectuosas para así ganarse el favor de ellos.
*v.8. Aquí se menciona los tipos de sacrificios que estaban estropeados al no ser adecuados para presentarlos a Dios, como ya hemos señalado más arriba. La doble pregunta ¿no es malo?, en opinión de los eruditos no la formula Dios a ellos, sino que este era el criterio de los sacerdotes que consideraban que lo que ofrecían no era malo, por eso la NVI traduce: vosotros pensáis que no tiene nada de malo. Si eso es lo que creéis, preséntalo, pues a tu príncipe. Estas palabras fueron pronunciadas en tono irónico, pues qué pensaría el gobernador en caso de recibir aquellos presentes tan roñosos. Ni siquiera un gobernante terrenal podría agradarse de aquellas ofrendas que le ofenderían, así que mucho menos Yahweh de los ejércitos podía admitirlas.
*v. 9. Continúa el tono irónico en que Dios les invita a orar a él para recabar su favor por el pueblo. ¿Pensaban acaso los sacerdotes que Dios podría escucharles y serles propicio? Estas ofrendas despreciables eran su obra y estaban equivocados si pensaban que podían agradar a Dios con ellas. La frase orad por el favor de Dios, no debe interpretarse como si fuera una exhortación a los sacerdotes al arrepentimiento, sino que acuerdo al tono general de estos versículos deben tomarse como una sátira. Además, el profeta hace un juego palabras, ya que el verbo traducido por orad, significa suavizad el rostro de Dios y está relacionada con el término enfermo del v. 8. Como lo ha expresado un comentarista sería algo así: "Si no quisierais tratar al gobernador de esta manera, ¡intentad suavizar a Dios para ganar su favor!"
4.2.3. Contraste con los gentiles (vv. 10-11). El v. 10 ha sido traducido de otra manera expresando una idea diferente: ¡Cómo quisiera que alguno de vosotros clausurara el templo, para que no encendierais en vano el fuego de mi altar! (NVI). El sentido, según la traducción RVR60, sería que ni aún una de las funciones más pequeñas, como el cerrar las puertas del templo o encender el fuego sobre el altar, se realizaban sin pago, cosas que les correspondía hacer a los sacerdotes fielmente (1 Co. 9:13). Era el deber de algunos de los sacerdotes estar a las puertas del patio del altar de las ofrendas encendidas, para excluir a las víctimas defectuosas, pero no cumplían con su función. El significado, según otras traducciones, como la NVI, RVR77, LBLA, DHH, BI, IBEC, BT, expresan que sería mejor cerrar las puertas del templo que ofrecer sacrificios de manera tan indiferente desobedeciendo la ley de Dios. Era preferible abandonar toda pretensión de culto a Dios que ofenderle con unas ofrendas sacrílegas que para colmo de hipocresía, los sacerdotes consideraban como servicio acepto a Dios. El Señor no podía complacerse con ellos y de ahí que ya no iba a recibir más ofrendas de ellos. De manera efectiva, esta profecía se cumplió, porque también el segundo templo sería destruido por las legiones romanas y ya no podrían ofrecer más sacrificios sobre el altar. Una vez vino el Señor Jesucristo y fue ofrecido como sacrificio en la cruz del Calvario, el ritual levítico ya no tiene sentido y ha desaparecido (He.9:11-14). Cuando la iglesia se reúne para adorar a Dios, si lo hace de manera ritual y vacía, tampoco complace a Dios. ¿Qué clase de culto ofrecemos a Dios?
*v. 11. Tanto el pueblo como los sacerdotes despreciaban su nombre (v.6), por eso Dios encontraría a otros que le engrandecerían. Que no pensaran que no iba a encontrar adoradores fuera de ellos, porque desde el oriente al occidente el nombre de Yahweh sería grande entre las gentes (Is. 66:19-20). La insolente actitud de los sacerdotes aparece en marcado contraste con la de las naciones del mundo, esos pueblos que ellos consideraban abominables. Notemos que la profecía usa el presente es, como algo que sucede o da por hecho, cuando lo que menciona es algo que pertenece al futuro. En la versión LBLA, han cambiado el presente por el futuro, han puesto será en cursiva, lo que ya es una interpretación, porque en el original está en presente. La interpretación más extendida es la que entiende que su cumplimiento tiene que ver con la venida de Cristo para realizar su obra salvadora y que por medio de la predicación del evangelio los gentiles ofrecerían incienso y ofrenda limpia, es decir, oraciones que como el incienso sube en adoración a Dios (Ap. 5:8, 8:3). Y la ofrenda limpia, es una referencia a que no harían lo mismo que ellos que ofrecían lo cojo y lo enfermo, no que los gentiles ofrecerían sacrificios semejantes al ritual levítico. Si lo vemos a través de la obra de Cristo, la ofrenda limpia sería el sacrificio de alabanza (He. 13:15). No obstante, en cierto sentido el nombre de Dios era también grande entre las naciones en tiempos de Malaquías, pero la frase en todo lugar, se refiere a la universalidad del conocimiento de Dios que no está limitado a un solo pueblo. En Cristo se cumple perfectamente a través del cristianismo que no tiene fronteras y se ha llegado a todo el mundo (Jn. 4:21-23; 1 Ti. 2:8).
4.2.4. Maldición de los sacerdotes (vv.12-14). Estos versículos son un desarrollo de los anteriores, que podemos entender como una repetición extendida porque incluye alguna característica más y una maldición que no se menciona antes.
*v. 12. Es una ratificación del v. 7, pero incluye el término profanado relativo al nombre de Dios que no se halla en el texto anterior. Sin embargo, contrasta con el v. 11 donde dice que el nombre de Dios es grande entre las naciones, mientras ellos lo estaban profanando, o sea, trataban el nombre de Dios como algo común, lo que estaba prohibido a las sacerdotes (Lv. 21:6). La acusación se fundamenta en dos razones. a) cuando decían que la mesa de Yahweh es inmunda, b) cuando decían que su alimento es despreciable. La mención a la mesa era una observación del propio sostenimiento de los sacerdotes y aunque ellos no creyeran realmente que la mesa de Yahweh fuera despreciable, con sus actos lo confirmaban. Los sacerdotes recibían una porción de la mayor parte de las ofrendas como alimento para ellos, y es posible que encima se quejaran de la mala calidad de los alimentos. Claro que sí en lugar de quejarse, hubieran sido diligentes y no haber aceptado las ofrendas deterioradas del pueblo, el lamento sería inexistente. La mejor parte de los sacrificios pertenecía al Señor y lo que quedaba para ellos lo consideraban un alimento despreciable, lo que era mera hipocresía dada su actitud indolente.
* v.13. Pensaban que el servicio a Dios era fastidioso, "hastiados" NVI, o sea, estaban aburridos de su ministerio. Procuraban aliviarse de su supuesta carga presentando las ofrendas más inservibles. Esta misma idea la tenemos en Is. 43:22-24. Pero a quien habían fatigado era a Yahweh con su actitud. Además de los animales mencionados en el v.8, que eran impresentables para ser sacrificados, aquí se añade a los robados. O sea, que además algunos de aquellos animales estaban como traduce la NVI lesionados. Habían despreciado el servicio a Dios, desde la mesa hasta el alimento que había en ella y eso era despreciar a Dios mismo. La referencia a lo hurtado es a lo desgarrado por las fieras o animales aprovechados (BI), lo que no era lícito comer y mucho menos ofrecer como ofenda para el sacrificio (Éx. 22:31). Acompañada del sacrificio de animales había también la ofrenda vegetal, flor de harina amasada con aceite, que se llamaba (Minsha). Aunque esta hubiera sido de ingredientes usuales, con todos los sacrificios de animales defectuosos que la acompañaban, la hacían inaceptable.
*v. 14. La maldición es para aquel del pueblo que ante la permisividad de los sacerdotes presenta un sacrificio engañoso. El que engaña es un hipócrita. No era la pobreza la causa de las ofrendas viles, sino la avaricia, porque disponía de un rebaño, pero como dice la NVI, teniendo un macho aceptable en su rebaño, se lo dedica al Señor y luego le ofrece un animal mutilado. (Ilustración del hombre que tenía dos becerros iguales de distinto color y dedica uno a Dios, pero cuando este se muere dice que el que había dedicado). Los machos, eran los animales requeridos según la ley (Lv. 1:3, 10). El hombre que ha hecho esto se le adjetiva como tramposo o engañoso, el cual había prometido, quizás se trataba de un voto, y luego cambia de parecer ofreciendo el animal dañado. Los votos eran voluntarios pero la ofrenda no podía ser defectuosa. Este tipo de engaño es como el que pretendían Ananías y Safira ofreciendo una parte como si fuera la totalidad (Hch. 5:1-5). La palabra dañado, es la misma que hay en Lv. 22:25 (corrupción), Is. 52:14 (desfigurado, porque llevaba nuestro pecado). La causa porque sus ofrendas para el sacrificio eran inaceptables, era porque Yahweh era el Gran Rey (Sal. 48:2; Mt. 5:35), cuyo nombre era temible entre las naciones y en cambio su pueblo lo despreciaba.
4.2.5. Llamamiento a un cambio de actitud (2:1-3). Los sacerdotes son los destinatarios directos del anuncio de castigo que Dios les enviará porque eran los responsables de todo lo que estaba sucediendo con las ofrendas. Lo que Dios les anuncia no es tanto un nuevo mandamiento que deben obedecer, como una advertencia de juicio si no cambian de actitud y actúan de acuerdo a la función sacerdotal.
*v. 1. Los sacerdotes reciben la amonestación de Dios, por ser los culpables de tolerar que el pueblo adorara a Dios falsamente, al no recriminarles las ofrendas inapropiadas que hacían, tapando su pecado en vez de reprobarlo.
*v. 2. Antes de castigarles, Dios les ofrece la oportunidad de rectificar su conducta. El anuncio del castigo está formulado de manera condicional. Si no responden al llamamiento divino les enviará el castigo, pero por lo que sigue Dios manifiesta conocer que no le harán caso y tendrá que llevar a cabo su juicio contra ellos, porque dice enviaré maldición sobre vosotros. Esta frase, en el original hebreo es casi una cita literal de Dt. 28:20, concebida como la maldición que es consecuencia directa de la desobediencia. La condenación consistirá en maldecir sus bendiciones. Entre las funciones que les correspondía a los sacerdotes estaba la de bendecir al pueblo, invocando el nombre de Dios repitiendo las palabras de Nm. 6: 22-26. Como ellos no están dispuestos a obedecer, ahora Dios haría que las bendiciones que pronunciaran y las que estaban gozando se volvieran en maldición. La frase las he maldecido, en el original expresa la idea de una maldición por separado de cada una de las bendiciones y no en conjunto como parece dar a entender la traducción.
*v. 3. Es habitual que en las Escrituras la noción de maldición esté relacionada con el hambre y la inutilidad. Notemos que el tiempo del verbo dañar está en futuro, por cuanto corresponde a la profecía opuesta de bendición en 3:11, en que Dios reprenderá al devorador, cambiando la situación. Dañar o reprender a la semilla es evitar su crecimiento. En algunas versiones la palabra sementera o semilla es traducida por descendencia, (NVI; LBLA, BI) que entonces se referiría a los hijos de los sacerdotes, pero no es el caso aquí pues se trata con toda claridad de los productos de la tierra. Claro que se puede objetar que los sacerdotes no se dedicaban a la agricultura y otros lo traducen de manera que también puede referirse a que su ministerio no llevaría fruto (DHH). Sin embargo, hay una alternativa de traducción: he aquí que yo voy reprender la sementera para daño vuestro (RVR77), es decir, se trataría de la simiente que siembra el pueblo, que también afectaría a los sacerdotes. Todo este problema viene del doble sentido que puede tener el término simiente (el grano que se siembra o metafóricamente la descendencia de una persona o grupo humano) y solo el contexto lejano permite interpretarlo como semilla que se planta en la tierra. La frase que sigue es una de las más impactantes de la Biblia: os echaré al rostro el estiércol de vuestros animales sacrificados. Este estiércol es el que contenía el cuajar de las víctimas sacrificadas en las fiestas solemnes, del buey y el cordero. Como salario al sacerdote le correspondía el pecho y la espalda, las dos quijadas y el cuajar (intestinos en NVI). Se consideraba antiguamente que estas partes de los animales eran las más sabrosas y también las más apetitosas (Dt. 18:3). El cuajar es la última de las cuatro cavidades en que se divide el estómago de los rumiantes y, por tanto, la que contenía mayor proporción de hierba en estado de deterioro, considerado como estiércol. La amenaza encierra en sí misma una lección fácilmente aplicable a las circunstancias. En lugar de obtener la porción que como sacerdotes les correspondía, obtendrían el estiércol que contenía. No solamente Dios les iba a echar el estiércol en la cara, sino que serían arrojados o barridos en esta condición de suciedad (cf. 1 R.14:10; Jer. 16:4), una figura que se refiere originalmente a la familia de Jeroboam, el rey que hizo pecar a Israel y que aquí se retoma para aplicarla a los sacerdotes.
4.2.6. Permanencia del pacto levítico (vv.4-9). Una vez ha descrito el pecado de los sacerdotes de su tiempo, y la maldición que acarrea, Dios por medio del profeta lo contrasta con los sacerdotes del principio de la institución sacerdotal, cuando fue tomada una familia de la tribu de Leví para ser sacerdotes, el sacerdocio levítico.
* v. 4. La primera frase, y sabréis que yo envié este mandamiento, alude a que su conocimiento vendría por la amarga experiencia de las consecuencias de su pecado y fue con este propósito el que fueran amonestados, para su propio bien, a fin de mantener el pacto levítico. La función de Malaquías, como enviado, fue en realidad la de un reformador que por medio de su predicación hiciera volver a los sacerdotes y al pueblo a la ley (cf. 4:4). El mandamiento es el mismo de 2:1, es decir, la advertencia de la maldición venidera a no ser que los sacerdotes cambiaran de actitud. El objetivo de este mandamiento o advertencia y de sus amenazas es para saber reafirmar el pacto original con Leví y restablecer a los sacerdotes en la pureza de su vocación santa. La rotundidad con que cierra el versículo es para que conozcan que Dios ha hablado.
* v. 5. A partir de este versículo y hasta el 9, describe el profeta las promesas y las bendiciones del pacto levítico. Como consecuencia de la obediencia están las condiciones y la recompensa de Leví, existiendo por el lado opuesto la violación de las condiciones y como resultado el castigo que trae consigo, del que los sacerdotes se hacen merecedores. El pacto fue hecho con Leví porque los sacerdotes estaban dedicados a asistir las necesidades del pueblo y su buena relación con Dios. Mi pacto con él fue de vida y paz, de vida, porque incluye la idea de perpetuidad que se halla implícita en Nm. 25:13, y de paz, en Nm. 25:12, donde el pacto fue establecido o confirmado con Finees, el nieto de Aarón, el cual detuvo una plaga sobre Israel, matando a Zimri ya la mujer madianita que había introducido en su tienda en medio del pueblo. Lo que había sucedido es que los israelitas se habían prostituido con las mujeres moabitas, las cuales les atraían hacia el culto de Baal Peor y se encendió la ira de Yahweh contra ellos. Por la acción de Finees se detuvo la ira de Dios cesando la mortandad entre el pueblo. De parte de Dios, la promesa quedaba concretada en el pacto de vida y paz y de parte de Leví, la fidelidad mostrada por su temor reverente. Esto era lo que los sacerdotes no entendían y se engañaban a sí mismos al reclamar para ellos la promesa o privilegios del pacto, mientras por otro lado descuidaban las condiciones del mismo. Pensaban que Dios estaba obligado por el pacto a bendecirles, pero ellos estaban libres de todas las obligaciones que el pacto comportaba y que debían cumplirse en el servicio a Dios. Aquí tenemos un nuevo contraste, mientras Levi, tenía temor de Dios y estuvo humillado, los sacerdotes del tiempo de esta profecía despreciaban el nombre de Dios.
*v. 6. Sigue mostrando como el sacerdocio levítico cumplió originalmente su cometido de manera cabal. Una de las funciones de los sacerdotes era la enseñanza de la ley de Dios (Lv. 10:11) y Leví instruyó al pueblo en las verdades de la ley en toda su plenitud (Dt. 33:10). La ley, aquí significa la ley de Moisés o Torah y el adjetivo verdad puede aplicarse a la ley (Sal. 119:142). En algunas ocasiones, cuando se debía tratar un asunto difícil, los sacerdotes realizaban la función de jueces (Dt. 17:9-11). De ahí que en la segunda parte de este versículo se dice que no hubo injusticia en el ejercicio de sus funciones judiciales (Dt. 19:17). Seguidamente lo expresa de manera positiva al final del versículo. Su conducta señalada por el verbo anduvo (pasado) fue en fe y obediencia. La paz es el fruto de la obediencia al pacto. El resultado de andar con Dios es la paz con él (Job 22:21; Is, 27:5), con el prójimo y con la conciencia propia (Dn. 12:3; Stg. 3:18). La consecuencia lógica de enseñar al pueblo la ley y una conducta justa de los sacerdotes, fueron los medios que hicieron posible que muchos se aparataran de la iniquidad. Esto era algo que los sacerdotes de la época del profeta no hacían, pues daban mal ejemplo obrando inicuamente y al mismo tiempo dejando de prestar atención a la ley, porque ni la enseñaban. No se puede separar la enseñanza de su práctica, a la ortodoxia debe corresponder la ortopraxis.
*v. 7. El profeta amplía lo dicho en el versículo anterior acerca del deber de los sacerdotes, porque el ejemplo de Leví era el que debían seguir, pues a ellos les correspondía guardar la sabiduría, o mejor el conocimiento. Los sacerdotes deben conocer la ley y las doctrinas, los preceptos positivos y los negativos (Lv. 10:10-11; Dt. 24:8; Jer. 18:18; Hag. 2:11). La mención a que el pueblo buscará la ley se refiere a su interpretación, función que también correspondía al sacerdote, así como la de mensajero, es decir, intérprete y transmisor de la voluntad de Dios. Así debe ser el sacerdote como lo es el profeta (Hag. 1:13). Lo mismo dice el NT con relación a los creyentes como embajadores de Cristo (2 Co. 5:20), y a los ángeles o mensajeros de las siete iglesias (Ap. 2 y 3). Asimismo, Pablo usa el término ángel por mensajero (Gá. 4:14).
*vv. 8 y 9. En vez de enseñar al pueblo instruyéndoles en los caminos del Señor, los sacerdotes se habían apartado del pacto. Curiosamente, Moisés había dicho al pueblo (cf. Dt.17:11) que no debía apartarse de la enseñanza de la ley que daban los sacerdotes y lo que estos les decían, eso tenían que hacer, pero resulta que ahora eran los sacerdotes los que se habían alejado. Y no solo esto, sino que además habían hecho tropezar a muchos en la ley. La acusación es directa, ya que su ejemplo era escandaloso, siendo ellos el modelo en que el pueblo se miraba, como ministros de la religión. Habían apartado a muchos de guardar los preceptos prescritos en la ley. La acusación es grave: habían corrompido el pacto de Leví, es decir, invalidándolo por su comportamiento al no atenerse a sus condiciones y de este modo perderían las promesas de bendición. Como ellos no habían cumplido con las condiciones establecidas en el pacto, Dios tampoco cumpliría sus promesas Más adelante veremos cómo el pueblo incumplía la ley al contraer matrimonio con mujeres extranjeras idólatras divorciándose de sus esposas judías. Este mismo problema es mencionado ya por Nehemías (13:23-31), contemporáneo de Malaquías cuando los judíos tomaron mujeres filisteas, moabitas y amonitas. Las consecuencias eran graves para la identidad espiritual y nacional de Judá. Las madres educaban a sus hijos en las costumbres paganas de sus pueblos de origen, con la consiguiente corrupción del hogar. Uno de los infractores era sacerdote. La perversión de sus funciones como sacerdotes, les hace viles y bajos ante todo el pueblo, ahora ellos mismos son despreciados por haber considerado despreciable el sistema de sacrificios. La acepción de personas, consistía en tener un trato especial con algunos individuos, haciendo favores para obtener sobornos, lo que estaba prohibido por la ley (Lv. 19:15).
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4.3. Profanación del pacto (2:10-16)
Esta sección va dirigida a todo el pueblo, ocupándose de un problema del que todos son culpables. El propósito general del pasaje es condenar los matrimonios con mujeres paganas y a la vez censurar a los judíos por repudiar por este motivo a sus propias mujeres.
La gravedad de estas faltas radicaba en el hecho de que tendían a destruir uno de los propósitos principales de Dios al escoger para sí un pueblo entre los demás pueblos. Israel era el pueblo por medio del cual Dios se había manifestado a las naciones, por lo que debía ser preservado de cualquier tipo de contaminación que frustrara los deseos divinos, por cuanto de él había de salir el Mesías, el salvador del mundo. De ahí que celebrar matrimonios con mujeres paganas extranjeras y repudiar a sus propias esposas, representaba una ruptura del pacto establecido con sus padres. Ellas traían consigo las costumbres y la idolatría de otros pueblos, motivando un compromiso desastroso al arrastrar a sus maridos al paganismo. Este grave pecado tenía dos vertientes marcadamente declaradas: por un lado, cometían una flagrante transgresión contra Dios al profanar el pacto y, por otro, atentaban contra la humanidad de sus propias hermanas al ofrecerles un trato injusto y cruel. La raíz del mal es puesto al descubierto y muestra que todo el problema tiene como resultado una falta de fidelidad hacia Dios.
Con el objeto de poder definir de manera concreta el pecado y como hemos visto en la anterior corrección a los sacerdotes, se inicia esta sección sentando un principio general sobre el cual se basa la argumentación y la acusación. Todo Israel no tiene más que un padre y un solo Dios creó al pueblo, por lo que todos son hermanos y todo mal hecho por uno contra otro, es condenable. La nación entera es responsable de sus actos y debe llevar su culpa juntamente con los sacerdotes.
4.3.2. Repudio de sus esposas (vv. 13-16). Ahora el profeta trata un tema relacionado con la infidelidad de ellos, la repulsión del divorcio.
*v. 13. Y esta otra vez. Otra cosa que ellos hacían por segunda vez, un agravante de su ofensa (Neh. 13:23-31). Habían reincidido en el pecado cometido ya una vez (Esd. 9.10). Cabe la alternativa de que signifique una mención al primer pecado de sus ofrendas defectuosas y a este a añadían ahora el repudio de sus esposas. Haréis cubrir el altar de Yahweh de lágrimas. Su actitud haría que el llanto y el clamor de las esposas injustamente repudiadas, llegara hasta el altar de las ofrendas a Dios. Una segunda intención se adivina en el derramamiento de las lágrimas sobre el altar y es que todo el pueblo clamaría al percibir que sus ofrendas eran desechadas por Dios. Él no miraría nunca más sus ofrendas para aceptarlas. Este aspecto está más en consonancia con la segunda intención.
*v. 14. ¿Por qué? La pregunta se entiende en conexión con el v. anterior, es decir, sería algo así como ¿por qué rechaza Dios nuestras ofrendas? La respuesta es contundente: porque Yahweh ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud. Era costumbre entre los judíos contraer matrimonio muy jóvenes, siendo el esposo con frecuencia de trece años y la esposa de menor edad (Pr. 5:18; Is. 54:6). Dios era el testigo de su deslealtad. Debemos tener en cuenta que eran los padres los que hacían los tratos y que una cosa era el acuerdo matrimonial y otra el desposorio que se celebraba más adelante, Aunque hay excepciones, muchas veces los prometidos ni se conocían y el amor surgía después de la boda. La enseñanza de este versículo es particularmente hermosa ya que nos recuerda que Yahweh es el testigo del contrato matrimonial entre el hombre y la mujer y que él mismo se encargará de castigar toda violación de los términos de dicho contrato. La esposa, era su compañera y la mujer de su pacto. No meramente el pacto general del matrimonio, sino del pacto de Dios con Israel, el pueblo del pacto, por lo cual el pecado contra la esposa hija de Israel, venía a significar un pecado contra Dios mismo. El propósito original de Dios es que el matrimonio debía ser un vínculo permanente, en que el hombre debía dejar a su padre y a su madre y unirse su mujer para ser una sola carne (Gn. 2:24). Esta unidad se puede ver ya en la palabra compañera (o), que etimológicamente procede del latín cumpanis (cum: con y panis: pan), cuya traducción literal es 'con pan' dándole el significado de 'compartiendo el pan' o 'los que comparten el pan'.
*v. 15. Este es uno de los versículos más oscuros del libro, en su primera parte, por lo que veremos algunas interpretaciones que se han dado:
CUESTIONARIO PARA REFLEXIÓN Y APLICACIÓN
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El v. 17 es un puente transitivo entre la sección anterior y 3:1. Los judíos afirmaban que Dios se agradaba en los que hacían mal, se complacía en ellos prosperándolos en todas sus cosas, mientras que comparándose hallaban que Israel no prosperaba. Estaban muy preocupados en las pequeñas cosas externas, mientras que habían olvidado sus deberes más graves hacia la ley y también la obligación que tenían hacia sus esposas.
El profeta arremete contra el espíritu de descontento, murmuración e impiedad, manifestado por los judíos. En su impaciencia y disolución llegan a poner en duda la justicia y la santidad de Dios. Si lo que ellos decían no era así, ¿dónde está el Dios de justicia? Necesitaban la prueba de que Yahweh era el Dios de justicia. Al pedir que Dios revelase su justicia, los pecadores de Judá estaban atrayendo sobre sí mismos el juicio de Dios. En base a esta pregunta viene a continuación la respuesta.
4.4.1. Envío del mensajero (3:1-2).
*v. 1. He aquí, frase para llamar la atención sobre las importantes verdades que siguen. Los judíos habían formulado su incrédula pregunta y la respuesta era: he aquí, yo envío mi mensajero. Vuestra incredulidad no evitará que yo guarde mi pacto y lleve a cabo a su debido tiempo aquello que vosotros decís que no se cumplirá. Yo envío… y vendrá. El Padre envía al Hijo y el Hijo, llamado el Señor viene. Aquí tenemos otra evidencia de la distinción de personas en la deidad; si además se mencionara al Espíritu Santo, podríamos decir en la Trinidad. El mensajero, que preparará el camino delante de Yahweh, es sin lugar a dudas Juan el Bautista. El término mensajero es malaki en hebreo, el mismo nombre del profeta (Mt. 3:3, 11:10; Mr. 1:2-3; Lc. 1:76, 3:4, 7:26-27; Jn. 1:23). Este versículo, probablemente esté basado en Is. 40:3-5. Con ello tendríamos la explicación sobre la dificultad de que en Mr. 1:2 se atribuye la profecía de Malaquías a Isaías. Marcos se referiría a la fuente principal de la profecía a fin de señalar su dependencia y conexión. Por otro lado, los judíos consideraban a los profetas menores como un solo libro, mencionándolos raras veces por su nombre y cuando los citaban juntamente con alguno de los profetas mayores, se indicaba el nombre de este último. El cual preparará el camino delante de mí. Preparar el camino significa limpiarlo de obstáculos o piedras de tropiezo (Is. 57:14). En 2:8, Yahweh había acusado a los sacerdotes de haberse apartado del camino y de haber hecho tropezar a muchos. De ahí la necesidad del mensajero para allanar el camino de obstáculos para guiar al pueblo al arrepentimiento de sus injusticias e incredulidad. La predicación de Juan el Bautista tenía como objeto la limpieza de la nación y prepararla para cuando viniera el Señor. De la misma manera la Iglesia debe estar preparada para la segunda venida del Señor Jesucristo. Aunque delante de mí, se refiere a Yahweh en este versículo, sin embargo, por lo que sigue sabemos que se trata del Señor que vendrá súbitamente a su templo, es decir, Jesucristo. Esta última frase no ha de limitarse necesariamente al templo material, aunque también ocurrió, sino al templo espiritual formado por el verdadero pueblo de Dios. El Señor, en hebreo es, HA-ADON. El artículo Ha señala que es Yahweh, y Adon es otra forma de Adonay (mí Señor) que se corresponde con el griego Kyrios. Este nombre expresa la verdad de que Dios es el dueño o soberano sobre todas las cosas. La doble frase a quien vosotros buscáis…, a quien deseáis vosotros. La búsqueda del Señor del pacto y del ángel de pacto, o sea, la ratificación del pacto de Dios con Israel, a quien desean pensando en la restauración de Israel como la primera de las naciones, puede referirse a la expectativa mesiánica que hubo siempre en Israel; vendrá de repente, pero no como ellos esperaban, sino como Juez, como veremos en el versículo siguiente. En la venida de Cristo, ellos buscaron un salvador temporal y no lo que era realmente. El ángel del pacto, que debe distinguirse de mi mensajero, se refiere a la persona divina que en el AT se manifestaba como Dios y se relacionaba con los hombres. Esta se identifica con la persona del Hijo antes de la encarnación, por lo que más que de una teofanía debe pensarse en una cristofanía (Éx. 23:20-21). La referencia al pacto puede ser el efectuado con Abraham e Israel, en el que se incluye la promesa a los gentiles. El ángel de Yahweh se manifestó a Abraham (Gn. 18:1, 2,17, 33); a Jacob (Gn. 31:11; 48.15-16); a Moisés en la zarza (Éx. 3:2-6); marchó delante de Israel como la shekinah (Éx. 14:19) y entregó la ley en el Sinaí (Hch. 7:38). Cristo es llamado el mediador del nuevo pacto (He. 12:24, cf. Jer. 31:31 y ss.).
*v. 2. ¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? El Mesías vendrá, pero no de la manera que ellos esperaban para favorecerles como nación teocrática, destruyendo el poder del invasor gentil, sino para someter sus principios a la ardiente prueba de su verdad, y efectuar la purificación, que escudriña el corazón y lo limpia (Mt. 3:10-12). Su misión se considera aquí como un todo, desde la primera hasta la segunda venida; en el proceso de separar a los justos de los impíos que empieza con su presencia en la tierra hasta la separación final (Mt. 25:31-46).
4.4.2. Purificación de los sacerdotes (vv. 3-4)
*v. 3. Y se sentará. El purificador de metales se sienta delante del crisol, fijando su ojo atentamente y teniendo cuidado que el fuego no sea demasiado fuerte, manteniéndolo solamente hasta que la escoria haya sido eliminada completamente, dándose cuenta al ver reflejada su propia imagen (Ro. 8:29). El proceso de purificación de un metal se consigue aplicándole el calor dejando un producto puro. Así hace el Señor en el caso de los elegidos. Él se sentará para la obra, no para llenar las apariencias, sino con paciente amor y resuelta justicia. Cuando la escoria del oro esté quitada del creyente, será librado para siempre del horno de la prueba. Cuanto más puro sea el oro, tanto más fuerte el fuego, cuanto más blanco el vestido, más fuerte el lavado. Limpiará a los hijos de Leví. Evidentemente, se refiere a los sacerdotes los que debían ser limpiados de sus pecados que fueron expuestos en el capítulo anterior. El objetivo de la purificación era que traerán a Yahweh ofrenda en justicia. ¿Se refiere a la condición espiritual del sacerdote o de las ofrendas? En realidad a ambos, aunque quienes las traen sean la gente del pueblo, los que las presentaban era los sacerdotes y las ofrendas mismas debían ser aceptables. De la manera que lo hacían los primeros sacerdotes (2:6) y no como lo estaban haciendo ahora.
*v. 4. Como en los días pasados. Será grata la ofrenda en Judá y Jerusalén, la nación y la capital que se mencionan por primera y única vez en todo libro juntas. La restauración del sistema de sacrificios tendrá un parecido con a las condiciones de antes cuando se ofrecían de acuerdo con la ley. Esta ofrenda no es la expiatoria, sino de oración, acciones de gracias y consagración al Señor. Es el resultado del proceso de purificación y santificación, en el que Dios se alegrará otra vez de las ofrendas de sus hijos (1 P. 2:5). El cumplimiento de esta profecía parece señalar al sacrificio de alabanza (He. 13:15) y también al sacrificio vivo cultual (Ro. 12:1).
4.4.3. Manifestación del juicio de Dios (vv.5-6).
*v. 5. Y vendré a vosotros para juicio. Ellos se habían preguntado de manera insolente: "¿Dónde está el Dios de justicia?" Pensaban que Dios estaba lejos y que era lento para juzgar. Pues bien, estaba cerca y vendría pronto con juicio para castigarles. No vendría solamente como juez, sino como testigo ocular contra todos los que cometen todo tipo de pecado y sus ojos lo ven. Él no necesita otro testimonio que el suyo propio a diferencia de los jueces terrenales. Los pecados condenados se habían declarado a lo largo de la historia de Israel y ahora aparecían de nuevo. Empieza por los hechiceros. Este pecado es al que fueron arrastrados debido a su unión con mujeres paganas. En las páginas del NT observamos que todavía existía la práctica de la hechicería (Hch. 8:9; 13:6; Gá. 5:20). Sigue con los adúlteros. El adulterio estaba prohibido en el decálogo (Éx. 20:14). Era la consecuencia de 2:15-16. Los que juran mentira, es decir, el falso testimonio también estaba prohibido en la ley (Éx. 20:16 y Lv. 19:12), pero continuó siendo practicado por el pueblo (Jer. 5:2; 7:9). Los que defraudan en su salario al jornalero, a la viuda y al huérfano. Eran los que abusaban de la confianza del prójimo, privando de lo más necesario a los que en aquella época y en todos los tiempos son los más frágiles de la sociedad, pero sobre todo en aquel tiempo donde no había pensiones y la familia debía hacerse cargo de ellos. El no pagar a los trabajadores estaba condenado por la ley (Lv. 19:13; Dt. 24:14-15) y también lo es en el NT (Stg. 5:4). Los que hacen injusticia al extranjero, eran aquellos que les defraudaban en los tribunales de justicia, algo realmente grave y que está de actualidad en la acogida de los inmigrantes. No teniendo temor de mí, era el origen de todos sus pecados, porque todo pecado nace de una falta de obediencia y sumisión a Dios.
*v. 6. Porque Yo Yahweh no cambio. El nombre personal de Dios denota su inmutabilidad y fidelidad en cumplir sus promesas. Yahweh es el nombre que en el pacto les declaró a los judíos (Éx. 6:3), los cuales son llamados aquí hijos de Jacob en relación al pacto que Dios hizo con ellos. La frase de Éx. 6:3, no me di a conocer a ellos, solo significa que los patriarcas no llegaron a captar el hondo contenido del nombre divino, porque conocer, en la Biblia, comporta el discernimiento de la naturaleza y el carácter de alguien en profundidad, en este caso, de Dios. Aunque el nombre Yahweh era conocido por los patriarcas, era ocasionalmente usado y comprendido por ellos. La gran obra salvadora del éxodo declararía su significado. Trenchard y Ruiz proponen relacionarlo con el v. 4 y leerlo en forma de pregunta: "¿no di yo a conocer mi nombre de Yahweh a ellos? Y además establecí mi pacto con ellos, para darles la tierra de Canaán…" No cambio, expresa que Yahweh es el Dios inmutable. Como dice Pink, "esta es una de las perfecciones divinas que nunca ha sido suficientemente estudiada…Dios es el mismo perpetuamente; no está sujeto a cambio alguno en su ser, atributos o determinaciones". De ahí deduce Pink, que Dios es inmutable en su esencia, en sus atributos y en su consejo. Por el hecho de no haber ejecutado su juicio sobre los inicuos, no quiere decir que Yahweh haya cambiado de lo que es, es decir, Dios de justicia. No habéis sido consumidos. Es como si dijera "vosotros mismos sois la prueba de mi inmutabilidad, porque a causa de vuestras continuas prevaricaciones merecéis ser consumidos. Pero ellos están perdonados porque yo soy Yahweh y los judíos son hijos de Jacob, aunque los perdona también los castiga, pero no los consumirá del todo."
CUESTIONARIO PARA REFLEXIÓN Y APLICACIÓN
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4.5. Defraudación en las ofrendas (3:7-12)
El pueblo es acusado por el profeta de su apartamiento progresivo de la ley, desde los días de sus padres, lo que explica en cierta manera los motivos por los cuales no habían sido bendecidos. Por esto son invitados a volverse de su actitud cambiando su forma de proceder. Pero una vez más, los judíos ponen en tela de juicio la validez de la acusación de que son objeto, y es cuando el profeta se ve en la necesidad de mostrarles su pecado: estaban robando a Dios en las ofrendas. Sin embargo, si ellos se vuelven y se convierten de sus malos caminos, tienen la promesa del Dios misericordioso de que recibirán bendición, protección y una prosperidad mayor que cualquier otro pueblo de la tierra.
4.5.1. Denuncia del pecado del pueblo (vv.7-9)
*v. 7. En conformidad con su misericordia, Yahweh llama a los pecadores a volver a él. La causa de sus calamidades era la falta de pago de los diezmos, pero Dios les promete prosperidad si obedecen sus leyes. Desde los días de vuestros padres. Su manera de vivir no se ajustaba al deseo de Dios expresado en la ley, sino que seguía siendo como aquella que condujo a sus padres a la cautividad babilónica. Aquí estaba la prueba de la inmutabilidad de Dios, que por su benignidad no habían sido consumidos. La llamada de Dios al arrepentimiento es diáfana: volveos a mí. En consecuencia, yo me volveré a vosotros. Si se arrepentían tenían la promesa de recibir las bendiciones de Yahweh. ¿En qué hemos de volvernos? Es la evidencia de que ellos todavía son insensibles a su culpa.
*v. 8. ¿Robará el hombre a Dios? Yahweh contesta con otra pregunta, literalmente encubrirá o defraudará. Pues vosotros me habéis robado. El motivo por el que debían arrepentirse, era su pecado de no dar a Dios lo que exigía. Habían robado a Dios en los diezmos que debían pagar. Los diezmos, se trataba de lo siguiente: lo que se entregaba era la décima parte de todo lo que sobraba después de pagar la ofrenda de las primicias, los primeros frutos (Dt. 12:6). El pago del diezmo era sobre lo que producían los campos y los árboles frutales (Lv. 27:30-33; Dt. 14:22). Como los levitas no tenían territorio propio, este diezmo era para ellos (Nm. 18:21). Asimismo, los levitas debían pagar el diezmo de lo que recibían a los sacerdotes (Nm. 18:26-28). El diezmo se tenía que entregar en el santuario de Jerusalén para utilizarlo en una comida de sacrificio (Dt. 14:22-27). Cada tercer año se debía utilizar el diezmo en cada ciudad para los levitas, viudas, huérfanos y extranjeros (Dt. 14:29). Las ofrendas, eran de las primicias, los primeros frutos. Debía ser los primeros frutos del trigo, el vino y el aceite (Dt. 18:4; Neh. 13:10-12). Pero ellos tomaban todos los diezmos robando a los levitas, como lo hacían según Josefo, antes de la destrucción de Jerusalén por Tito. De esta ofrenda defraudaban doblemente a Dios, por cuanto no desempeñaban rectamente sus funciones sacerdotales y robaban a Dios los servicios de los levitas, quienes se alejaban a causa de la miseria.
Primicias (heb. bikkûrîm), "primer fruto [o el más temprano]"; re'shîd, "comienzo [del fruto]", "[fruta] selecta"; una vez bikkûrah, "primera fruta madura" [Os. 9:10]; gr. aparje, "el comienzo de un sacrificio", "primeros frutos"). Ofrendas presentadas a Dios como señal de lealtad de parte del adorador. Normalmente llegaban a ser propiedad del sacerdote (Nm. 18:12; Dt. 18:4), aunque se registra por lo menos una vez que se presentaron a un profeta (2R. 4:42). La naturaleza de la ofrenda de las primicias se enfatiza con dos palabras hebreas: 1). Consistía en la parte de la cosecha que maduraba más temprano (bikkûrîm). 2). Era la más escogida (rê'hîth). Se hacían ofrendas especiales de primicias en cada una de las 3 grandes fiestas anuales de Israel: la de los Panes sin Levadura, la de Pentecostés y la de los Tabernáculos. El 16 de Nisán, el día siguiente del sábado anual de la Pascua, una gavilla de cebada recién madura era mecida ante el altar (Lv. 2:12; 23:10, 11). El día de Pentecostés se presentaban a Yahweh dos panes de cebada, cocidos con levadura y harina de trigo de la nueva cosecha (Lv. 23:17; cf. Ex. 34:22). La fiesta de la Recolección o de los Tabernáculos, en el mes 7º, era en sí misma un acto de gratitud a Dios por todas las cosechas recogidas, y aparentemente se ofrecían las primeras frutas o las más escogidas en relación con aquellas (cf. Ex. 23:16, 19; Lv. 23:39). Además de estas presentaciones nacionales de primicias, los individuos también podían dar sus ofrendas voluntarias personales (Nm. 15:20, 21; Dt. 26:2, 10). (Adaptado de Biblia.work.) |
*v. 9. Malditos sois con maldición. Es la tercera vez que se pronuncia una maldición en este libro. La primera ocasión era para el engañador que defraudaba sacrificando lo dañado (1:14). La segunda, era para los sacerdotes por no dar gloria a Dios (2:2). Y ahora, la tercera es para toda la nación por haberle robado.
4.5.2. Promesa de bendición a la obediencia (vv.10-12)
*v. 10. Traed los diezmos al alfolí. El pueblo es conminado a cambiar el rumbo y dar sus diezmos en la manera que lo exigía la ley. El alfolí era el almacén, o sea, las estancias del templo donde se guardaban los diezmos (1 Cr. 26:20 2 Cr. 31:11-12; Neh. 10:38; 13:5,12).
Probadme ahora en esto. Invita al pueblo a poner a Dios a prueba, ya que estaba dispuesto a bendecirles, pero antes ellos debían entregar sus diezmos de acuerdo con lo ordenado por la ley. Abriré las ventanas de los cielos y derramaré. Esta frase es una expresión figurada tomada de una vasija vaciada completamente de su contenido. También es posible entenderlo como una alusión al diluvio cuando las ventanas de los cielos fueron abiertas (Gn. 711,8.2), aunque en aquella ocasión se abrieron para juicio y aquí es para bendición. Esta sería extraordinaria con la que Dios bendeciría al pueblo cuando ellos le obedecieran. La frase que sigue, literalmente es: hasta que no haya suficiencia, es decir, hasta la superabundancia. En el NT, no se establece que los creyentes deban dar el diezmo del fruto de su trabajo o de sus ingresos, aunque hay iglesias que lo enseñan y practican. Sin embargo, los principios que subyacen en los diezmos y ofrendas son los que debemos aplicar. Es decir, los valores de generosidad, entrega, regularidad y proporcionalidad. Dios ama al dador alegre (2 Co. 9:7-8); Según haya prosperado (1 Co. 16:2).
*v. 11. Reprenderé. Viene a refrendar la bendición por medio de lo opuesto, es decir, la anulación de la maldición a través del exterminio del devorador que ha estado devastando las cosechas. Esto es lo opuesto a yo os dañaré la sementera (cf. 2:3). El devorador es probablemente la langosta, como ya ha traducido directamente la NVI: Exterminaré la langosta, para que no arruine vuestros cultivos.
*v. 12. Si obedecían el mandato de Dios, se les concedería una prosperidad mayor que la de cualquier otra nación. La promesa de bendición nacional se concreta en que todas las naciones os dirán bienaventurados, de manera que los demás pueblos estimarían que Israel era verdaderamente feliz. Además, serían tierra deseable, o sea, en lugar de estar desolada, la tierra de Israel volvería a ser fértil y podría ser llamada Hefzi-bá (mi deleite está en ella, Is. 62:4).
CUESTIONARIO PARA REFLEXIÓN Y APLICACIÓN
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4.6. Desprecio del servicio a Yahweh (3:13-4:6)
Una vez más los judíos son reprendidos por su actitud manifestada hacia Dios, ya que al parecer habían llegado al colmo de la impiedad pronunciando palabras violentas contra Dios con la pretensión de que el servicio a Dios, guardar la ley y la humildad eran cosas desprovistas de valor. A todo esto añadían el pecado de considerar que los impíos habían escapado del castigo de Dios y aún recibían bendición. El asunto tratado en 2:17 parece ser el mismo que aquí se plantea, cuando culpan a Dios de la falta de bendiciones y de injusticia. El error de los judíos radicaba, no tanto la extrañeza por la falta de bendiciones, sino más bien en el hecho de pretender que la bendición debía venir como consecuencia de su servicio y tenían que ser recompensados por ello. Pero la realidad era que su servicio había sido una burla y estaban pagando las consecuencias.
Sin embargo, hay una nota aleccionadora cuando se ve que aún en las peores condiciones siempre existe un resto fiel, el cual es objeto de la atención divina como su especial tesoro. Ante la actitud desprovista de humildad e injusticia de parte de la mayoría del pueblo, existen algunos que temen a Yahweh y piensan en su nombre. Luego, el profeta vuelve a incidir en el tema de 3:5, cuando vendrá el día de Yahweh en que serían juzgados y castigados todos los malhechores, mientras que los temerosos de Dios serían salvados y participarían en la destrucción de los malos. Antes de que esto ocurra, Dios envía a su mensajero para que llame al pueblo al arrepentimiento a fin de que no perezca bajo la mano vengadora de Dios.
4.6.1. Diferencia entre el justo y el pecador (vv.13-15)
*v. 13. Las palabras que siguen hasta el v. 18, son una queja de los judíos de que no vale la pena servir a Yahweh, por cuanto los impíos son felices y no están bajo el juicio de Dios. Pero Yahweh les hace ver que habrá una distinción entre el justo y el malo. Vuestras palabras han sido contra mí violentas. Sus palabras habían sido duras e insolentes, propias de pecadores impíos. Los judíos indiferentes habían introducido sus razonamientos en 2:17, en que mantenían que los malvados habían prosperado más que los justos por cuanto gozaban del favor del Dios. Y ahora, todavía preguntan, ¿qué hemos hablado contra ti? En el original se expresa al mismo tiempo la constancia de ellos en insistir y su hábito de hablar contra Dios. La forma de verlo muestra que estas cosas fueron dichas no directamente a Dios, sino contra Dios, los unos a los otros.
*v. 14. El profeta responde que habían dicho que por demás es servir a Dios. La NVI: traduce de manera más llamativa: Servir a Dios no vale la pena. Sus argumentos son similares a 2:17, al alegar que servir a Dios es inútil porque no aprovecha, con lo que implícitamente esperaban obtener un beneficio de su servicio. Y para acabar de remacharlo, todavía preguntan, ¿qué aprovecha que guardemos su ley? Con esta interpelación resumen su murmuración contra Dios. Este es un sentimiento que aparece reflejado en diversas partes de la Escritura, aun en personas piadosas, siendo por el lado negativo el caballo de batalla y excusa de los que rechazan adorar a Dios. Por ejemplo, en el Sal. 73 se describe la realidad del piadoso que sufre porque ve que el impío prospera en sus bienes terrenales. Los judíos estaban observando el servicio a Dios desde un ángulo equivocado. No cumplían las normas externas por amor a Dios, sino esperando verse recompensados materialmente por ello, lo que denota que tenían motivos egoístas obrando por interés utilitarista. En cuanto a su ley, se refiere literalmente, "lo que él requiere que sea guardado", es decir, su observancia. Y que andemos afligidos, Se habían vestido con ropas de tristeza ante el Señor sin resultado alguno. Su ornamento era de cilicio, una tela oscura y áspera tejida generalmente con pelo de cabra o de camello; era un símbolo de profunda tristeza y lamentación (2 S. 3:31). Pensaban erróneamente que Yahweh tendría en cuenta la forma de vestir externa, en lugar de la interna que es la que Dios mira.
* v.15. Decimos, pues ahora: parece que van a hacer una gran declaración, pero se queda en una queja. Se consideraban servidores de Dios, aunque no valiera la pena, y no prosperaban. En cambio los soberbios eran bienaventurados y los que hacen impiedad, no solo progresaban, sino que tentaron a Dios y escaparon. Prosperados, literalmente "edificados", una metáfora tomada de la construcción. Tentaron o desafiaron a Dios a castigarlos por violar sus leyes y se salieron con la suya (NVI), ya que escaparon. Cuando Israel peregrinaba por el desierto se quejó frecuentemente por las condiciones de vida que tenían. Se lamentaron por la falta de alimentos y Dios les envió el maná; probaron a Yahweh pidiendo agua y él les sacó agua de la roca; codiciaron la comida de Egipto y Dios les envió codornices, pero su rebelión no quedó impune, pues toda aquella generación pereció en el desierto. En principio parece que habían tentado a Dios y salieron indemnes, pero al final no fue así. Ahora, los judíos no tenían en cuenta las lecciones de la historia, interpretando su propia situación con una visión muy corta.
4.6.2. El resto fiel (vv.16-18).
*v. 16. Entonces. Cuando los impíos negaban la validez de las promesas de Dios y pronunciaban blasfemias contra Dios, los piadosos hablaron cada uno a su compañero, defendiendo la manera justa del proceder de Yahweh. Aún en los tiempos de mayor oscuridad, hay siempre un remanente que teme a Dios. Probablemente, hablar el uno al otro, era para alentarse mutuamente a la fidelidad. En dos ocasiones en este versículo se menciona a los que temen a Yahweh. A lo largo de esta profecía, Dios ha estado buscando a los que le respetan y reverencian (1:6, 11, 14; 2:5; 3:5), pero no los había encontrado. Sin embargo, había un remanente fiel a Dios, el cual es llamado al final los que piensan en su nombre. Fue escrito libro de memoria delante de él. El libro de memoria es una metáfora tomada de los registros que todas las naciones llevaban, como por ejemplo, la corte persa (Est. 6:1), para expresar como Dios anota en su omnisciencia los hechos de los seres humanos para ser recompensados o castigados. Claro que Dios no tiene insomnio como Asuero (Jerjes) para hacer memoria de las cosas. (Tiempo atrás le preguntaron a un político insigne de nuestro país, por qué no escribía sus memorias y él respondió que "lo que podría contar no es relevante y lo que es importante no lo puede contar"). Pero en la memoria de Dios todo está inscrito de manera infalible. En Apocalipsis, hay una visión del libro de la vida que contiene el nombre de todos los vencedores que no han adorado a la bestia y Cristo ha confesado su nombre delante de su Padre (Ap. 20:12).
*v. 17. Y serán para mí especial tesoro. Se refiere a aquellos que temen y piensan en Yahweh. El especial tesoro corresponde a una frase que significa "posesión exclusiva" o "propiedad valiosa". Esta misma idea se repite en otros lugares de la Escritura (cf. Éx. 19:5; Dt. 7:6; 14:2; 26:18; Sal. 135: 4; Is. 62:3; 1 P. 2:9; Tit. 2:14). Los términos se refieren primeramente al pueblo de Israel, el pueblo elegido por Dios, o sea, los verdaderos israelitas que son aquellos que forman parte del resto fiel. También se aplican a la Iglesia, el verdadero pueblo de Dios desde Pentecostés hasta que el Señor vuelva. En el día en que yo actúe; es una referencia al cumplimiento de las cosas predichas en 3:5. Como el hombre que perdona a su hijo que le sirve. Este símil o comparación, en que el Padre perdona, es un perdón concedido en base a que la relación filial estaba condicionada por la obediencia y fidelidad al pacto, como a sus descendientes (Sal. 103:17-18). Esta comparación tiene como referencia, según los expertos, a los documentos ugaríticos (de Ugarit en Siria) del tiempo de Moisés, donde se señala que los hijos tenían trabajos que cumplir para ayudar a sus padres, como por ejemplo, defender la casa familiar de atacantes, revestir el techo cuando tuviere goteras, lavar sus ropas, y tomar de la mano a su padre cuando estuviera embriagado, una acción muy curiosa que implica que la borrachera formaba parte de la vida del padre de familia. Un hijo que no honrara a sus padres y fuera desobediente, era una desgracia para la familia. Los temerosos de Dios debían también honrarle y obedecer las normas estipuladas en el pacto. Servir, se puede traducir por "adorar", porque al servir a Dios le estamos adorando e incluso en inglés al culto dominical se le llama el "servicio" semanal.
*v. 18. Os volveréis y discerniréis. Primeramente, el volverse denota un cambio de manera de pensar y actuar, y equivale a arrepentirse. Entonces se darán cuenta de la falsedad de su calumnia de que los soberbios y los impíos prosperan. Dios les muestra que no deben formular juicios hasta que su obra esté completa. En el día del juicio podrán ver la diferencia entre el justo y el impío, entre los que le sirven, o sea, lo que adoran a Dios y los que no lo hacen. De este modo se darán cuenta que su declaración de que Dios se agrada de los que hacen mal (2:17), es totalmente falsa.
4.6.3. Destino del impío y el piadoso en el día del juicio (4:1-6) (1)
a) El destino del impío (v.1). Este es el día que, como hemos visto en otros profetas se le llama el día de Yahweh, un día grande y terrible, que todavía no tendrá lugar, porque antes deben ocurrir otras cosas. Este día apunta al juicio final (2 P. 3:7). El he aquí es para llamar la atención sobre el juicio que ha de venir. El texto hebreo es brusco: ¡He aquí viene el día ardiente como un horno! Esta brusquedad imparte una terrible realidad al cuadro que describe, como si estallara repentinamente ante el profeta. Horno, es la misma palabra que se utiliza para el lugar de cocer pan, pero el adjetivo ardiente, tiene el sentido de juicio (cf. Os. 7:4-7). La ira de Dios, también se asocia con un horno de fuego para consumir a sus enemigos (cf. Sal. 21:9). El juicio se dirige a todos los soberbios y los que hacen maldad. Los judíos decían que los soberbios eran bienaventurados y los malvados prosperados (3:15), pero Yahweh les demuestra que eso era falso, porque iban a arder fácilmente, como la estopa, o sea, la parte gruesa del lino o del cáñamo, vocablo que aparece en pasajes dentro de un contexto de juicio (Éx. 15:7; Is. 5:24; Ab. 18). Tanto es así que no les dejará ni raíz ni rama. Esta frase es un proverbio que significa destrucción completa. La falta de raíz y rama en este contexto implica que la descendencia y la evocación de los impíos serán cortadas para siempre.
b) El destino del piadoso (vv.2-6). Por medio de la conjunción adversativa mas, se pone de relieve el contraste entre el juicio de los impíos y el de los justos que será el advenimiento del Sol de justicia que alegra. A vosotros que teméis mi nombre, que son los que confesaron a Dios en medio de la impiedad reinante (cf. 3:16). Nacerá el Sol de justicia, en otras versiones se levantará el sol de justicia (NVI; LBLA; BI; NBD; NBLH; NTV). Posiblemente, por el hecho de escribir "Sol" en mayúscula y por sus connotaciones con la luz y la traducción "nacerá", se ha interpretado como una referencia a Cristo. Además, la influencia ejercida por Constantino que era un adorador del "sol invicto" y en su "conversión" haber visto la luz del sol brillar con mayor intensidad, muchos se han inclinado por darle un significado mesiánico. Sin embargo, ¿a quién se refiere aquí? El sujeto de la frase es Yahweh o quizás sea solamente una metáfora (cf. Sal. 84:11) para manifestar la salvación de los temerosos de Dios. Comparar a Dios con el sol es una metáfora pobre, como todas las metáforas sobre Dios, porque Dios es el creador del sol y está por encima de él. Sin embargo, tiene su importancia, porque el sol es vital para el ciclo de la vida y era adorado en el cercano oriente, por ejemplo, en Egipto como "Ra" y en Babilonia como "Shamash". Por eso el templo de Jerusalén no estaba orientado hacia el este para que los adoradores nunca pudieran dirigirse al sol cuando adoraran a Dios (Ez. 8:16). Lo que quiere destacar el profeta es que las bendiciones espirituales para los que temen a Dios son dos: justicia y salvación. Esta viene en sus alas o en sus rayos como traducen algunas versiones, que se esparcen rápidamente. Como subrayan los eruditos, el sol alado, era muy común en los monumentos del cercano oriente. Justicia y salvación son conceptos que están relacionados. Evidentemente, la justicia divina expresa la rectitud y severidad de la obra de Dios como juez, pero implica la consecuencia de salvación (cf. Is. 51:5,6 ,8). Y saldréis y saltaréis como becerros de la manada. Alude a la alegría de los becerros que después de estar encerrados un tiempo son soltados y salen al prado dando brincos porque se sienten libres. Así se sentirán los salvados.
*v. 3. Hollaréis a los malos. Como consecuencia de la justicia y la salvación, los temerosos de Dios, tendrán el poder sobre los malvados. Al contrario de lo que pensaban en 3:15, acerca de la prosperidad de los soberbios, estos serán pisoteados bajo sus pies. Los malos serán convertidos en ceniza, después que el juicio de Dios caiga sobre ellos, siguiendo la metáfora de arder como estopa del primer versículo.
* v. 4. Acordaos de la ley de Moisés, mi siervo. A partir de este versículo hasta el final del capítulo constituye la conclusión del libro. La ley y todos los profetas debían estar en vigor hasta Juan (Mt. 11:13) y ningún profeta interviene después de Malaquías. Se les dice que se acuerden de la ley, porque en ausencia de profetas vivos, posiblemente se olvidarían de ella como había sucedido en este tiempo. Es como una nueva oportunidad que Dios les da para que guarden la ley. En este párrafo final aparecen los nombres de dos de los hombres más importantes del AT: Moisés y Elías, los cuales representan la ley y los profetas respectivamente. Son los mismos que en el monte de la transfiguración hablaron con Jesús. Moisés fue el siervo de Dios al que Yahweh había dado estatutos y ordenanzas para Israel en Horeb, más conocido como el monte Sinaí.
*v. 5. He aquí yo os envío al profeta Elías. El oficio del precursor del Mesías era para hacerles volver a la ley y así preparar a un pueblo para la venida del Señor. De manera enfática declara el oficio de Elías como profeta y de ahí que Juan el Bautista fuera un Elías en espíritu, como fue anunciado por Gabriel a Zacarías el padre de Juan (Lc. 1:16-17). El Señor Jesucristo confirma esta interpretación (cf. Mt. 11:13-14; 17:12). Wolf considera que con esta interpretación no se agota el cumplimiento de la profecía y lo justifica diciendo que Juan el Bautista no vino inmediatamente antes que venga el día de Yahweh grande y terrible. Sin embargo, el adverbio "inmediatamente" lo introduce él en la frase, porque no está en el texto bíblico y esto obedece a su posición escatológica sobre el día de Yahweh. Propone además que se trata de uno los dos testigos de Ap. 11:3, lo que es posible con relación a Elías, pero no de Juan el Bautista (2). Además si tenemos en cuenta que con la encarnación de Cristo, su obra y el derramamiento del Espíritu, se inicia la última era de la historia, Juan el Bautista sí vino antes del día de Yahweh, pues este todavía no ha llegado.
*v. 6. Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos. Y viceversa. Esta frase se interpreta generalmente como que debido a la predicación de Juan el Bautista vendría la restauración de la vida familiar. Pero el Lc. 1.16-17, estas palabras de la continuación del versículo son sustituidas por y de los rebeldes a la prudencia de los justos, lo que da pie a entender que la reconciliación que debía efectuarse era entre los descendientes desobedientes e incrédulos y los antepasados mencionados, como Jacob, Leví, Moisés y Elías. Cuando Juan el Bautista predicó el bautismo de arrepentimiento para preparar el camino del Señor, estaba llamando a sus coetáneos a la confesión de pecados y confianza que caracterizó a sus fieles ascendientes. La amenaza, hiera a la tierra con maldición, expresa que si no se puede efectuar al reconciliación, la venida del Mesías sería para maldición.
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