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Respondiendo Jesús, les volvió a hablar en parábolas, diciendo: |
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El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo fiesta de bodas a su hijo; |
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y envió a sus siervos a llamar a los convidados a las bodas; mas éstos no quisieron venir. |
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Volvió a enviar otros siervos, diciendo: Decid a los convidados: He aquí, he preparado mi comida; mis toros y animales engordados han sido muertos, y todo está dispuesto; venid a las bodas. |
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Mas ellos, sin hacer caso, se fueron, uno a su labranza, y otro a sus negocios; |
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y otros, tomando a los siervos, los afrentaron y los mataron. |
7 |
Al oírlo el rey, se enojó; y enviando sus ejércitos, destruyó a aquellos homicidas, y quemó su ciudad. |
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Entonces dijo a sus siervos: Las bodas a la verdad están preparadas; mas los que fueron convidados no eran dignos. |
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Id, pues, a las salidas de los caminos, y llamad a las bodas a cuantos halléis. |
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Y saliendo los siervos por los caminos, juntaron a todos los que hallaron, juntamente malos y buenos; y las bodas fueron llenas de convidados. |
11 |
Y entró el rey para ver a los convidados, y vio allí a un hombre que no estaba vestido de boda. |
12 |
Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí, sin estar vestido de boda? Mas él enmudeció. |
13 |
Entonces el rey dijo a los que servían: Atadle de pies y manos, y echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. |
14 |
Porque muchos son llamados, y pocos escogidos. |
15 |
Entonces se fueron los fariseos y consultaron cómo sorprenderle en alguna palabra. |
16 |
Y le enviaron los discípulos de ellos con los herodianos, diciendo: Maestro, sabemos que eres amante de la verdad, y que enseñas con verdad el camino de Dios, y que no te cuidas de nadie, porque no miras la apariencia de los hombres. |
17 |
Dinos, pues, qué te parece: ¿Es lícito dar tributo a César, o no? |
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Pero Jesús, conociendo la malicia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis, hipócritas? |
19 |
Mostradme la moneda del tributo. Y ellos le presentaron un denario. |
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Entonces les dijo: ¿De quién es esta imagen, y la inscripción? |
21 |
Le dijeron: De César. Y les dijo: Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. |
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Oyendo esto, se maravillaron, y dejándole, se fueron. |
23 |
Aquel día vinieron a él los saduceos, que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron, |
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diciendo: Maestro, Moisés dijo: Si alguno muriere sin hijos, su hermano se casará con su mujer, y levantará descendencia a su hermano. |
25 |
Hubo, pues, entre nosotros siete hermanos; el primero se casó, y murió; y no teniendo descendencia, dejó su mujer a su hermano. |
26 |
De la misma manera también el segundo, y el tercero, hasta el séptimo. |
27 |
Y después de todos murió también la mujer. |
28 |
En la resurrección, pues, ¿de cuál de los siete será ella mujer, ya que todos la tuvieron? |
29 |
Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios. |
30 |
Porque en la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo. |
31 |
Pero respecto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que os fue dicho por Dios, cuando dijo: |
32 |
Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. |
33 |
Oyendo esto la gente, se admiraba de su doctrina. |
34 |
Entonces los fariseos, oyendo que había hecho callar a los saduceos, se juntaron a una. |
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Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por tentarle, diciendo: |
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Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? |
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Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. |
38 |
Este es el primero y grande mandamiento. |
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Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. |
40 |
De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas. ¿De quién es hijo el Cristo? |
41 |
Y estando juntos los fariseos, Jesús les preguntó, |
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diciendo: ¿Qué pensáis del Cristo? ¿De quién es hijo? Le dijeron: De David. |
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Él les dijo: ¿Pues cómo David en el Espíritu le llama Señor, diciendo: |
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Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies? |
45 |
Pues si David le llama Señor, ¿cómo es su hijo? |
46 |
Y nadie le podía responder palabra; ni osó alguno desde aquel día preguntarle más. |